¿Por qué el AVE no llega al eje atlántico?

Xosé C. Fernández INGENIERO DE OBRAS PÚBLICAS

GALICIA

El AVE circulando por el viaducto del Miño, en Ourense
El AVE circulando por el viaducto del Miño, en Ourense Miguel Villar

19 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Las ciudades del eje atlántico han mostrado su decepción ante los tiempos ofrecidos tras inaugurarse el AVE a Ourense el pasado 21 de diciembre. Y el anuncio de que, tras el verano, los trenes Avril solo rebajarán 20 minutos los tiempos actuales resulta frustrante. Las velocidades medias serían 187 km/h de Madrid a Santiago, 176 a A Coruña y 164 a Vigo. Lejos del registro de los 200, por encima del cual están todos los servicios de alta velocidad en España. Transportes está implantando un AVE de segunda en Galicia. ¿Por qué?

El 25 de abril del 2003 Fomento aprobó el estudio informativo de la línea Ourense-Santiago, diseñada para velocidades de hasta 350 por hora, en ancho internacional. La autorización para ejecutar las obras se produjo en sendos Consejos de Ministros de noviembre del 2003 y enero del 2004. En las informaciones oficiales de entonces se aseguraba: «Las actuaciones a desarrollar permitirán obtener tiempos de viaje en el recorrido Ourense-Santiago situados en torno a los 21 minutos».

La línea se construyó entre el 2004 y el 2011, siendo inaugurada el 10 de diciembre del 2011 por el entonces ministro de Fomento José Blanco. Por una decisión ministerial de abril del 2011, justificada en el ahorro de dos cambiadores de ancho (unos 16 millones de coste) y en un adelantamiento de la fecha de inauguración, se decidió instalar traviesas polivalentes en las vías y explotar «con carácter provisional» la línea en ancho ibérico hasta que los AVE pudiesen llegar a Ourense. En ese momento, la línea con una ligera operación, que puede realizarse sin alterar el tráfico, debería adecuarse al ancho estándar para que los trenes de alta velocidad procedentes de Madrid llegasen hasta la estación de Santiago, desarrollando también la máxima velocidad permitida de 300 km/h en los últimos 88 kilómetros de la línea que comienza en Olmedo.

Tras el accidente de Angrois, en julio del 2013, Galicia se enteró también de que el ERTMS no se había instalado en los últimos ocho kilómetros. La inauguración había sido fraudulenta, al tratarse de una línea sin finalizar. Han transcurrido ocho años desde el accidente, un tiempo suficiente, pero el Gobierno no ha notificado que se hayan subsanado esas carencias.

Tras el accidente, Gonzalo Ferre, presidente del ADIF, avalado por Rafael Catalá, secretario de Estado, declararon en el Congreso que la línea Ourense-Santiago «no era de alta velocidad», y desde entonces la velocidad está limitada a 220, con lo que los mejores tiempos son de 38 minutos, a una velocidad media de 138 km/h, muy lejos del estándar de la red y 17 minutos por encima de los tiempos anunciados. La pregunta es pertinente: ¿Tiene algo que ver la celebración del juicio por el accidente con esta limitación de velocidad que impide alcanzar los tiempos comprometidos?