Los perplejos Reyes Magos

GALICIA

Ed Carosía

26 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes de emprender viaje cargados de oro, incienso, mirra y vacunas de todas las farmacéuticas, los Reyes Magos visitaron a su reciente vecino. Allá marcharon a los Emiratos para pedir orientación a un colega emérito que sopesa su futuro lejos de la patria, sin nadie que le escriba. A pesar de su soberanía ilimitada, Melchor, Gaspar y Baltasar necesitan saber quién manda en cada territorio para anunciar su presencia de forma oficial, y eso es algo confuso en la España donde reinó don Juan Carlos. Pero el exmonarca se encogió de hombros, sus respuestas fueron titubeantes, ambiguas, gallegas, dejando al trío sumido en la incertidumbre.

Melchor recurrió a la memoria y preguntó a los demás si el Estado español no sería en la actualidad parecido a la Judea de otros tiempos, con un lío competencial tremendo entre Herodes, Caifás y el higiénico Pilatos que complicaba cualquier gestión administrativa. A los tres les resulta raro que en pleno siglo XXI y en Europa se reproduzcan fragmentaciones políticas propias de hace más de dos mil años, con normas sanitarias distintas y contradictorias en cada emirato autonómico y cada feudo local. Gaspar, que suele entretenerse leyendo Las mil y una noches y también los Episodios nacionales de Galdós, recuerda por su parte las descripciones de la Primera República con sus cantones independientes y el ¡viva Cartagena! ¿Será este el modelo vigente? Tal vez, apunta Baltasar, se estén llevando a cabo en las lejanas tierras españolas las autodeterminaciones que tanto pedían algunos, siendo la sanidad un goloso aperitivo al que se apuntan tanto los emires vasco y catalán como la Scherezade madrileña.

Al menos don Juan Carlos podría aclararles si España sigue siendo un reino como los suyos, pero tampoco obtienen una respuesta nítida del patriarca que vive su otoño. Lo más aconsejable es que visiten a Felipe VI, vayan a ver al presidente, digno sucesor de Pilatos en la pandemia, y saluden al vicepresidente guardando para esta ocasión las coronas, cetros, capas de armiño y demás distintivos de la realeza; presentándose simplemente como ciudadanos refugiados que okupan el trono de antiguas castas gobernantes. Tiempos aquellos en los que bastaba con llegar a cada lugar en las carrozas y repartir con discreción los regalos sin ayuda de Amazon. Ahora se precisa más diplomacia que con Herodes y no es suficiente con guiarse por la estrella; hay que tener a mano BOE y DOG por eso de las cambiantes normativas. ¿Por qué no me lleváis con vosotros?, suplicó el emérito. Sois errantes como yo. O puede quedarse aquí Melchor y yo suplantarlo en la cabalgata. Le dijeron que los niños, monárquicos por naturaleza, se darían cuenta de la impostura. Don Juan Carlos se despidió con un consejo: cuidado con Corinna.

Aldeas a buen precio

Se celebraba estos días el nacimiento del Estatuto de autonomía hace cuarenta años. En el génesis del autogobierno estaba implícito un mandato, creced y multiplicaos, que cumplimos a medias. Crecer crecimos como atestiguan la renta y el PIB, pero la multiplicación no se produjo, ocasionando esa anemia reproductiva una Galicia vacía que ni siquiera puebla la Santa Compaña. Ahora se pone en venta. Aunque Gwyneth Paltrow fue pionera con su idea de regalar a los amigos aldeas gallegas, la Xunta quiere promover una compraventa más profesional que quizá en el lejano futuro compita con la colonización del espacio imaginada por Asimov. El inversor dudará entre una parcela en Marte y una parroquia gallega en buen estado, y a más corto plazo en las subastas de Sotheby's junto al cuadro de Botticelli y la vasija etrusca, habrá un despoblado lugar de por aquí a disposición de los compradores. Empezamos con aldeas abandonadas pero a este paso serán comarcas o provincias las que salgan al mercado. O eso o ponerse a multiplicar.

Dos mil y pico

El ritual de las fechas del AVE empieza a parecerse a otras liturgias donde todo está pautado. Desde la Xunta se duda, el Gobierno replica, un ministro acude presuroso a fotografiarse en algún tramo, y el público bosteza ante una escaramuza política repetida innumerables veces. Llevamos décadas asistiendo a la misma representación y cada vez vemos a los actores más cansados y con menos entusiasmo en el papel. Es natural. Si hablamos con propiedad técnica, la solución la dio desde la literatura alguien que no era político, gestor ni ingeniero llamado Álvaro Cunqueiro, autor de un libro hermoso titulado Flores del año mil y pico de ave. La fecha es tan concreta como puede serlo en Galicia y esa concreción inconcreta podría aplicarse no al ave, sino al AVE para asegurar de forma rotunda que lo veremos discurrir en el dos mil y pico. Gobierno y Xunta coincidirían en ese plazo y todos los Nostradamus que opinan sobre la cuestión dejarían de especular en el vacío. La teoría de la relatividad de don Álvaro nos da la solución.