El pacto anti-Feijoo o el más difícil todavía

Juan María Capeáns Garrido
Juan Capeáns LETRAS CAPITALES

GALICIA

Gonzalo Caballero en la ofrenda de flores del PSdeG-PSOE a Castelao por el Día de Galicia
Gonzalo Caballero en la ofrenda de flores del PSdeG-PSOE a Castelao por el Día de Galicia Gus de la Paz

28 jul 2019 . Actualizado a las 12:51 h.

Un hilo de sutura recorrió Galicia de norte a sur el 25 de julio. Tres puntadas se dieron en Santiago, donde el BNG hizo su tradicional alarde de fuerza en A Quintana, como siempre con más éxito que en las urnas. Anova, en cambio, solo reunió a ochenta personas a pesar de que había pulpo y de que Beiras no iba a hablar; y En Marea, la de Luís Villares, juntó con dificultad a treinta acólitos en un parque cercano. En Mugardos, Esquerda Unida hacía la fiesta por su lado, mientras que Podemos Galicia celebraba «a matria galega» en Marín, ambas organizaciones con una discreta afluencia de simpatizantes que no hubiera mejorado de haber escogido un entorno urbano. El PSdeG hizo el pespunte final en Rianxo, la villa de Castelao. Cada uno con sus cosas y en lugares distintos, coincidieron solo en una legítima reflexión ya conocida: hay que sumar para echar a Feijoo.

Exactamente al mismo tiempo, mientras la izquierda gallega trataba de tejer su única idea coincidente, el pacto telepático de unidad contra el PPdeG se descosía, o más bien se rompía a jirones, por la incapacidad del PSOE y de Podemos para articular una alternativa a sí mismos, porque en el Congreso no se trataba de cerrarle el paso a la derecha, que no tiene ninguna oportunidad, sino de destrozar sin piedad al socio natural que te acaba de dar el poder en cientos de ayuntamientos y comunidades autónomas sin demasiadas exigencias a cambio. Para perplejidad del país, unos y otros acabaron la jornada contando los pelos que se habían dejado en la gatera de la estrategia.

En Marea ya le había hecho la mitad de la campaña a Feijoo al romper su grupo parlamentario en dos, y solo un mes después Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han terminado de coser el saco de boxeo con el que el presidente de la Xunta va a practicar hasta la extenuación en los próximos meses. Los generadores de ideas perversas del PPdeG ya no tendrán que inventar retorcidos ataques para hacer oposición a la oposición en Galicia, porque el manual se lo han escrito en vivo y en directo los dos líderes de la izquierda desde una tribuna.

Una radiografía letal

Han retransmitido todas sus calamidades: desvelaron los supuestos temores de los empresarios a su cambalache; constataron que no distinguen las competencias estatales de las autonómicas; descubrieron que unos no sabrían ni por dónde empezar a diseñar el presupuesto de un ministerio; o, al contrario, certificaron que la cultura, la igualdad o la ciencia son marías que, o bien no vale la pena gestionar, o las puede llevar cualquier pelele recién salido de una tienda de campaña del 15-M. Todo es metralla de la buena, una bomba de racimo en manos de los artilleros populares que se dedican al sórdido arte del argumentario político.

Los líderes del PSdeG y del BNG, que han pactado como la seda en las diputaciones y en las concellos gallegos donde han podido, habrán asistido con preocupación al despelleje que incluso por unas horas ha puesto al límite las costuras de Izquierda Unida y Podemos, que es la base sobre la que se asienta el frágil invento de Galicia en Común, la tercera pata indispensable para tumbar a Feijoo. Y todo asumiendo que Villares y los suyos no se conviertan en la cuarta pata coja, con un bagaje constatado de relaciones personales imposibles de reconducir.

Con cuatro pistas llenas de malabaristas y animales sin domesticar, a Caballero y a Pontón no les quedaría otra opción que reeditar un bipartito que dejase fuera de la Xunta a la izquierda descarriada, a la que solo recurrirían para la aritmética parlamentaria. ¡Música de circo!

Dos apuntes

El egoísmo de toda una generación

Con lupa, la investidura fallida puede ser un fracaso de la izquierda o de la política de pactos entre un partido tradicional y otro nuevo. Pero si se abre el foco, lo que se ve es la decepción por una generación de líderes que llegó a la primera línea presumiendo de ser la mejor preparada de la historia y que solo es la más egoísta jamás conocida.

Los gallegos sí se van de vacaciones

Los parlamentarios van a cerrar el curso el miércoles con un pleno para elegir a la nueva valedora, y Feijoo reunirá a sus conselleiros el jueves. Después, la gran mayoría desaparecerá al menos un par de semanas sin mala conciencia, porque saben que el próximo año sus jefes los van a atar en corto. A la vuelta del 2020, elecciones autonómicas.