La gallega que fue pionera en España en la programación informática

Suso Varela Pérez
SUSO VARELA LUGO / LA VOZ

GALICIA

Ana María Prieto López entró con 21 años en la multinacional Bull pero se retiró en 1973 a vivir en Becerreá

06 mar 2019 . Actualizado a las 20:38 h.

Murió como vivió, sin ruido ni reconocimientos, pero Ana María Prieto López fue una pionera en la informática española de los años sesenta, un mundo exclusivamente masculino y que aún estaba por desarrollarse. «Tengo el carácter del programador, con una vida interior muy grande, pero callada y solitaria», explicaba hace dos años cuando La Voz de Galicia la sacaba del anonimato en el que había estado durante años y recordaba cómo había sido su trayectoria autodidacta en la incipiente informática española.

Ana María Prieto López fallecía a los 76 años de edad el pasado 19 de junio en Becerreá, el lugar adonde llegó en 1973 tras casarse con su novio de la infancia y abandonar una profesión con futuro «para tener una familia».

La relación de Ana María Prieto con la informática surgió de la casualidad. Nacida en Santiago en 1942, con 9 años su familia se marchó a Madrid. Comenzó a estudiar Farmacia «pero no me convencía, quería trabajar en algo novedoso». Esta gallega atrevida y a la vez reservada vio un anuncio de una empresa, Bull General Electric, que necesitaba personal, y probó suerte. Gracias a su afición por las Matemáticas y a cursos de formación consiguió de manera autodidacta llegar a ser programadora de la citada multinacional, que entonces competía con IBM.

Tenía 21 años y era la única mujer en el Madrid de 1963 que se encargaba de programar ordenadores y máquinas, con lo que posiblemente ella afirmaba que fuese pionera en España: «Era una intrusa entre hombres, me decían que tenía que ser la secretaria de un jefe. Como programadora de Bull acudía a las ferias tecnológicas de las principales ciudades y trabajó para los clientes de su empresa, entre ellos Schell y Barreiros. «Trabajábamos hasta las diez de la noche porque estábamos empezando, eso sí, se pasaba mucho frío porque los equipos tenían que estar a una temperatura constante en invierno y en verano».

Prieto sí que podía hablar de cómo ha cambiado la informática en medio siglo, desde «aquellos monstruos de 40 metros cuadrados» con los que se encontró en Bull hasta hoy, con todo tipo de dispositivos en el mercado: «Nunca pensamos que todo iba a acabar así, ni siquiera en un ordenador de mesa». De aquella época casi prehistórica -donde ella trabajaba con el sistema Cobol y el lenguaje máquina- guardó un recuerdo especial, cuando en 1963 hizo una demostración ante el futuro rey Juan Carlos I. «Tuvo mucho interés en lo que le conté, porque era todo novedoso, se trataba de la comunicación entre dos máquinas, una que estaba en París y otra en Madrid, mientras nosotros controlábamos por la terminal que todo funcionase bien». Aquella vida madrileña la abandonó en 1969 cuando le surgió la oportunidad de regresar a Santiago, como programadora de la Caja de Ahorros, donde desarrolló las Phillips e IBM: «No creo que hubiese una empresa en Galicia con aquellos aparatos tan avanzados».

Después de haber formado en la caja a futuros programadores, en 1973 se instaló en Becerreá, criando a sus dos hijos y dejando atrás la vorágine tecnológica. Hizo sus pinitos en la empresa familiar, Almacenes Zoilo, programando un microordenador para mecanizar toda la firma. «En Becerreá nadie se enteraba, estaba sola en un piso programando y atendiendo a mi familia», recordaba hace dos años, cuando accedió a contar su historia: «No es para tanto, no soy tan importante». Así era Ana María Prieto López, pionera como programadora y pionera como mujer.