Convertir un tronco en un barco es un oficio que está en peligro de extinción. En Galicia hay una veintena de astilleros que lo hacen y que ahora luchan por sobrevivir
12 dic 2019 . Actualizado a las 20:54 h.Medio modelo, cuaderna, tabla de mandos, «liña de auga»... Son expresiones de un argot muy particular que cada vez se escucha menos y que, si nadie lo remedia, más pronto que tarde dejará de usarse. Esos términos son propios del lenguaje de los carpinteros de ribera, un oficio en peligro de extinción que se ejerce en apenas una veintena de astilleros de toda Galicia. La Voz se adentra en uno de ellos, el que fundó el abuelo de los hermanos Ramón y Manolo Collazo en Rianxo hace más de un siglo. Primero fue su padre y ahora son ellos, junto a otros siete empleados, quienes miman la madera para dar forma a nuevas embarcaciones, o para reinventar otras que ya tienen muchas travesías en su quilla.
El astillero Catoira es de los pocos que todavía construye barcos exclusivamente en madera. Cada vez menos, eso sí. Ramón Collazo se resiste a pasarse a otros materiales, como el poliéster: «Non me gusta, non queremos ir por aí, de momento imos aguantando». Reconoce, y se le nota, que le daría mucha rabia tener que claudicar: «Eu quero xubilarme nisto». Para ello será fundamental que el ministerio dé el espaldarazo que desde hace años espera el reglamento de la carpintería de ribera realizado por los artesanos asociados en Agalcari. Reivindica la necesidad de la normativa mientras explica que Arousa «é a ría con máis barcos de madeira de toda Galicia».
Lo primero que se percibe al entrar en el astillero rianxeiro es el olor a lasur y resinas que utilizan para proteger la madera, el polvo en el aire y el serrín y las virutas por el suelo. Están construyendo una pequeña embarcación tradicional, un bote de Carril. De momento, es solo un esqueleto de maderos, pero no es, ni mucho menos, la fase inicial del trabajo. Primero se hace un medio modelo -se llama así porque reproduce la mitad del casco, que luego se duplica para que las dos partes sean lo más simétricas posible- a escala, se plasma en un madero y de ahí salen las plantillas a tamaño real de las cuadernas que se utilizarán en la nave. Cada pieza es única.
Segunda vida
Esos son, a grandes rasgos, los pasos previos para hacer un barco desde cero:«Este traballo é o que realmente nos gusta, pero non vivimos disto».
De lo que realmente vive una carpintería de ribera es de las reparaciones y de las transformaciones para dar una segunda vida a embarcaciones que llevan años en el mar.
Lo más habitual es que esas transformaciones, muchas en bateeiros, sean para modernizarlos incorporando maquinaria o para mejorar las condiciones de habitabilidad para los marineros. Sin embargo, a veces aparecen otros proyectos, y un barco que se dedicó a sacar mejillón de las bateas en la ría está en proceso de convertirse en una nave de pasaje con capacidad para unas treinta personas.
Buena parte de la estructura está ya lista. Los carpinteros se dedican a lijar a mano la madera del interior para darle los últimos acabados.
Pese a los avances tecnológicos y a la cantidad de maquinaria de la que disponen los carpinteros de ribera hoy en día, sigue siendo un trabajo con un elevado componente manual y artesanal. Y que solo se aprende en los astilleros, otra queja de Ramón Collazo: «Sería importantísimo que houbese un ciclo formativo para continuar este oficio». Sobre el futuro de esta profesión, el rianxeiro es realista: «Sabemos que isto está desaparecendo». Por eso, precisamente, es tan importante el reglamento que reclaman: «Queremos deixar un legado, cando nós desaparezamos non sabemos que vai quedar...».