La nevada del siglo en Moscú mide solo 43 centímetros, ¿por qué?

Xavier Fonseca Blanco
XAVIER FONSECA REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

MAXIM SHIPENKOV | EFE

Las intensas precipitaciones causaron el caos en la capital rusa

07 feb 2018 . Actualizado a las 17:03 h.

Una intensa nevada ha paralizado Moscú. El tráfico ha sido caótico y cientos de personas quedaron atrapadas en sus vehículos. También decenas de vuelos tuvieron que ser cancelados. Los servicios meteorológicos han reconocido que hacía más de cien años que no se acumulaba tanta nieve. Sin embargo, bastaron solo 43 centímetros para que fuese calificada como la «nevada del siglo». Se trata de una cifra muy discreta para un sitio tan frío. Solo en Asturias, el actual episodio de aire polar ha generado nevadas de hasta setenta centímetros.

Si esta nevada ha sido un acontecimiento histórico en la capital rusa se debe principalmente a que la nieve no es algo tan frecuente como uno podría pensar. Es cierto que las temperaturas pueden alcanzar hasta treinta grados bajo cero si se dan las condiciones adecuadas. En esa zona de Eurasia existe un anticiclón térmico, que tiene un origen diferente al de Azores. El aire tan frío genera un sistema de altas presiones que no solo se retroalimenta sino que además acaba bloqueando el paso de las borrascas. Pero esos valores tan bajos, por sí solos, no crean nieve. «Como hace tanto frío allí, el aire no contiene mucho vapor de agua. El récord del que se está hablando tampoco es tan importante. En Nueva York una nevada de medio metro se produce de forma muy habitual durante el invierno», explica el físico gallego Gonzalo Míguez.

Moscú ha recibido en los últimos días una inyección de aire cálido y húmedo que ha sido el verdadero responsable de estas nevadas históricas. La interacción de esas masas de aire de diferente temperatura provocó la inestabilidad necesaria para producir las lluvias abundantes en forma de nieve.

Efecto lago

En Estados Unidos, las nevadas tan copiosas no son una consecuencia de las bajas temperaturas. Antes de llegar a Nueva York, el aire frío procedente del Ártico tiene que atravesar una gran zona continental. En su recorrido el aire sigue siendo igual de gélido pero se reseca. Es una fuente adicional de humedad la que genera las fuertes nevadas en la costa este de Estados Unidos. Esa fuente reside en los grandes lagos, el mayor conjunto de agua dulce del planeta. Los americanos se refieren a ellos como el tercer océano. El aire seco y frío cruza esa masa de agua y vuelve a recargarse de humedad. Tras su paso por los lagos se ha convertido en un aire mucho más frío y húmedo que descarga nieve en abundancia.