El casco urbano de Monforte soporta seis kilómetros de vía férrea
13 jul 2023 . Actualizado a las 11:01 h.Tres vías distintas siembran de pasos a nivel el casco urbano de Monforte, el viejo nudo ferroviario que en tiempos repartía entre el norte y el sur de Galicia todo el tráfico de trenes que llegaba de la Meseta. Hoy hay menos circulación ferroviaria, pero las 17.000 personas que viven en su casco urbano siguen conviviendo a diario con el peligro que suponen media docena de pasos a nivel. Los seis tienen barreras automáticas, pero en la zona rural de este municipio quedan otros dos que aunque están señalizados carecen de cualquier otra medida de seguridad.
«En todos los pasos a nivel hubo desgracias», afirma tajante Manuel González. Saben bien de lo que habla, porque este monfortino de 78 años perdió a su hermana y a su cuñado arrollados por un tren en un paso sin barrera en Camporrairo, entre Monforte y Sober. Aquel accidente se produjo en 1980 y ese paso a nivel ya no existe. Fue suprimido hace aproximadamente quince años dentro de un programa de refuerzo de la seguridad ferroviaria que financió Fomento. El de Camporrairo y otros de las líneas que confluyen en Monforte y que cayeron en el mismo lote fueron los últimos. Desde entonces, en este municipio hay ocho pasos a nivel. Ahora el ADIF anuncia la licitación de los proyectos para eliminar cinco de ellos.
Hace tres años que en Monforte no muere nadie atropellado por un tren, pero Manuel González tiene razón. Todos los pasos tienen su particular historia negra. El último nombre de esa lista de víctimas es el de María Jesús Iglesias, empleada del parador local de turismo a la que en julio del 2014 se le caló el coche encima de la vía justo cuando pasaba un tren en el paso sin barrera de O Castelo.
Al riesgo que suponen los cruces hay que sumarle el de los seis kilómetros de vía que serpentean por los distintos barrios de Monforte. La legislación obliga a tener valladas las vías en zonas urbanas, pero no siempre se cumple. Lo sabe bien José Luis Cañoto, porque su padre murió en noviembre del 2013 en un tramo en el que no hay paso pero por el que muchos vecinos cruzan las vías. Ninguna valla o foso lo impide. Él quiso reclamar, más que nada para que el ADIF reconociese el problema y le pusiese remedio, pero acabó desistiendo porque no hubo testigos del atropello.