Un periplo inusual y exitoso

Juan María Capeáns Garrido
j. capeáns SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Desde ayer nadie duda de que Diego Calvo, vicepresidente primero de la Cámara, es uno de los valores al alza con entrada libre para la piscina de los delfines

22 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Diego Calvo Pouso (San Sadurniño, 1975) se afilió al PP a los 18 años. Una década después de entrar en Nuevas Generaciones se sentó por primera vez en el Parlamento, todavía con Fraga en activo, y desde entonces ha dado pasos políticos hacia delante y hacia atrás con la virtuosa capacidad de avanzar cada vez con más impulso hacia el sillón correcto. Desde ayer nadie duda de que es uno de los valores al alza con entrada libre para la piscina de los delfines. Su elección como vicepresidente de la Cámara le otorga un escudo protector para sobrellevar la legislatura sin excesivos roces ni quemes prematuros, y además tendrá tiempo -y capacidad- para cuidar las relaciones internas del partido en la provincia coruñesa, que sigue siendo un bastión estratégico dentro del PP por su peso político, demográfico y urbano. Calvo tiene un currículo peculiar, propiciado por un periplo inusual. Con formación universitaria en economía y especializado en hacienda pública y desarrollo local, entró en la política a lo grande en el pazo do Hórreo y vivió la derrota del PP ante el bipartito. Aguantó los cuatro años en la oposición y en el 2009 inició un recorrido institucional que le hace saltar del poder provincial como delegado de la Xunta en A Coruña al ruedo municipal de Ferrol, un aparente paso atrás que en realidad le sirve de catapulta para convertirse en presidente de la Diputación y soltar así la mano del exregidor coruñés Carlos Negreira, que lo rodó en política sin desgastarlo. Presidió el ente provincial durante cuatro años y fue capaz de reducir su deuda a cero. Desde marzo es presidente provincial del PP, puesto desde el que deberá capitanear la recuperación de las ciudades en manos de las mareas.