Rocío Mosquera, la gestora próxima a Feijoo que fue perdiendo su confianza
GALICIA
El convulso traslado al nuevo hospital de Vigo agotó el crédito de Rocío Mosquera, tocada por el fuerte rechazo del sector sanitario
05 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.Hacía tiempo que Rocío Mosquera había entrado en lo que en baloncesto se conoce como los minutos de la basura, en ese tiempo extra que ya carece de interés porque el partido está finiquitado y el desenlace es por todos conocido. En el propio PP era un clamor. La conselleira de Sanidade llevaba meses con la etiqueta de amortizada cuando, hace unas semanas, Feijoo volvió a optar por un silencio mortecino cuando la prensa lo situó otra vez en la tesitura de respaldarla, en esta ocasión con motivo del convulso proceso de traslado al nuevo hospital de Vigo. Por si quedaba alguna duda, el futuro de Mosquera estaba escrito.
Y sin embargo la consellería había llegado al cargo con un amplio margen de crédito. Licenciada en Medicina y especialista en cirugía general, Feijoo la reclutó en enero del 2012 para relevar a Pilar Farjas, que pasó al Ministerio de Sanidad como secretaria general, cargo que abandonó en diciembre del 2014. Mosquera tenía la plena confianza del presidente, con el que ya había trabajado en Sanidade en la etapa en la que Romay Beccaría dirigió la consellería. Después de varios años en la privada, un pasado que la situó desde el primer minuto en el punto de mira de sus detractores, Mosquera se incorporó a la gerencia del Sergas con la llegada de Feijoo al poder. Y en menos de tres años, ya era conselleira. Ni siquiera la polémica que rodeó el nombramiento de su marido como jefe del servicio de cirugía general del Complejo Hospitalario de Santiago la apeó en su carrera hacia el cargo.
Con fama de temperamental y un marcado perfil técnico, quedaba por ver la capacidad de Rocío Mosquera para mantenerse a flote en las aguas agitadas por los recortes, con un sector cada vez más encrespado. Pronto quedaron claros dos rasgos que marcarían el paso de la conselleira por el cargo del que ahora la sacan: su fuerte carácter y una falta de cintura política que siempre le hizo reaccionar demasiado tarde cuando el momento requería explicaciones urgentes.
El enfrentamiento con el Comité de Bioética y el episodio del servicio de hemodinámica del hospital de Lugo, en el que Mosquera no reaccionó ante la petición del PP de un gesto para la campaña de las municipales, la mostraron en esa doble faceta. Ya entonces Feijoo evitó respaldarla. Pero su confianza quedó a cero con la mudanza al hospital Álvaro Cunqueiro, cuando tardó en salir a dar explicaciones ante las conjeturas sobre el origen del Aspergillus detectado a un paciente fallecido. Mosquera compareció varios días después en el Parlamento para aclarar el caso. Tarde para una opinión pública que se informa al minuto y que exige de sus gestores premura en dar la cara. Lo contrario es dejar rodar la bola de nieve.