Feijoo reacciona con más política

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

SANDRA ALONSO

La remodelación enmienda el gabinete de técnicos del que se rodeó el líder del PPdeG y promueve a una nueva generación de dirigentes, con un año por delante para que se visualice el cambio de rumbo

05 oct 2015 . Actualizado a las 10:37 h.

Una crisis de gobierno de cierto calado, y la de la Xunta lo es, supone siempre una enmienda a la totalidad de las decisiones tomadas con anterioridad, que no funcionaron correctamente por las razones que fueran. Así que Feijoo se enmienda a sí mismo, eso es obvio. Porque con esta remodelación no solo admite que no acertó al rodearse de un Ejecutivo excesivamente técnico, con escasas concesiones a la política, sino que también pareció descubrir que el agrupamiento excesivo de consellerías puede generar disfunciones y colisiones de intereses a la hora de abordar algunos problemas, como se vio con la crisis del sector lácteo.

A diez meses vista de que se disuelva el Parlamento gallego para afrontar las autonómicas, el PP gallego solo tenía dos opciones: dejarse llevar por la inercia hasta un más que probable vapuleo en las urnas o intentar recuperar la iniciativa política para conservar el Gobierno. Alberto Núñez Feijoo optó por la segunda vía, al impulsar un giro de hacia «más política», al patrocinar a una nueva generación de dirigentes y, sobre todo, haciéndolo con tiempo para que se puedan ver las decisiones del cambio de rumbo.

La crisis de Gobierno de Feijoo guarda algunos paralelismos con aquella otra realizada por Manuel Fraga tras las crisis del Prestige, cuando intentó recuperar el pulso de la Xunta fichando a una nueva generación de conselleiros, entre los que figuraban Pilar Rojo, Xosé Manuel Barreiro o el propio Feijoo. La nueva hornada la forman ahora nombres como el exalcalde de Ferrol, José Manuel Rey Varela, y la alcaldesa de Melide, Ánxeles Vázquez, que prácticamente pertenecen ya a la generación siguiente a la que representan Feijoo y Alfonso Rueda.

Ciertamente, la crisis de Gobierno se comunicó por sorpresa. Pero era un paso coherente con los cambios de «políticas, actitudes y personas» anunciados por el líder del PPdeG para responder al revés de las elecciones municipales, que le arrebataron a los populares nueve puntos (183.000 sufragios), así como las mayorías absolutas de las ciudades y, por primera vez, la Diputación de Pontevedra. Una vez que el Consello de la Xunta empezó a escenificar el cambio de políticas, prestándole más atención a las medidas de contenido social, y que el partido cambió su actitud convocando una ponencia para analizar las causas del revés electoral, lo que faltaba era el «cambio de personas» que ayer fue dado a conocer.

Entrando al detalle, es innegable que con esta crisis Feijoo intenta resolver los dos principales problemas que sacudieron a su Gobierno en los últimos meses, como la crisis del sector lácteo y la contestación política con la que fue recibida la puesta en servicio del nuevo hospital de Vigo. Efectivamente, la conselleira de Sanidade, Rocío Mosquera, era la persona más amortizada del Ejecutivo, no solo porque su nombre apareció envuelto en varios escándalos políticos (promoción de su marido, gestión de las urgencias o las dimisiones del comité de bioética), sino porque nunca fue capaz de afrontar de forma enérgica el pulso político que le echaron en el área sanitaria de Vigo.

La pugna por Pontevedra

El relevo de Mosquera por Jesús Vázquez Almuíña, alcalde de Baiona, y por tanto político del área metropolitana de Vigo, que además tiene formación en medicina y fue gerente del hospital Meixoeiro, apunta claramente en una dirección: la de no dar por perdido el debate de la sanidad en Vigo, que tantos réditos electorales le pareció dar al PSOE de Abel Caballero. Es más, para el PP es esencial recuperar el discurso político en el área de Vigo y en toda la provincia de Pontevedra, donde se puede jugar el destino de la Xunta y, además, con el añadido de que esa lista del PP es la que siempre encabezó Feijoo.

En cuanto al otro problema, el lácteo, tanto en el mundo rural como el pesquero era un clamor que Feijoo no había acertado al fusionar ambas consellerías. Rosa Quintana, que se forjó políticamente en la Consellería de Pesca junto a López Veiga, tiene un gran predicamento entre armadores y cofradías, pero mucho menos entre los ganaderos, las cooperativas y la extinción de incendios, ámbitos en los que se puso las pilas, pero con lo que nunca estuvo familiarizada. La alcaldesa de Melide no solo procede de una zona geográfica con peso específico en la producción láctea, sino que su propia familia vive del sector, lo que la convierte sin duda en una interlocutora más apropiada.

Sobre la incorporación de Rey Varela, sin duda la oposición dirá que, con este fichaje, lo que hace Feijoo es dar empleo a una de las víctimas del 24M, que no pudo ser alcalde por muy poco. Y sin que esto deje de ser cierto, también impulsa a una nueva referencia del partido en un área donde el PP está obligado a ganar terreno para no sucumbir: las políticas sociales. Rey Varela será el encargado de borrarle al PP el estigma de los recortes. Que lo consiga o no ya será otra cosa.