El juicio del Códice arranca con la duda de si el ladrón acusará al deán

Xurxo Melchor
xurxo melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Fernández Castiñeiras, cabizbajo, en la apertura del juicio
Fernández Castiñeiras, cabizbajo, en la apertura del juicio XOÁN A. SOLER

Fernández Castiñeiras declaró al juez que en la catedral había sexo y robos

19 ene 2015 . Actualizado a las 10:07 h.

El juicio por el robo del Códice Calixtino arranca hoy en la sección sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, que tiene su sede en los juzgados de Santiago. Dos son las principales incógnitas que hay sobre la mesa: la validez de las contundentes pruebas que existen contra el acusado y si el exelectricista de la catedral compostelana mantendrá sus graves acusaciones contra el exdeán del cabildo, José María Díaz, y otros religiosos, a los que acusó de participar y tolerar sexo y robos en la basílica.

La primera de las cuestiones se resolverá hoy mismo. El tribunal ha decidido reservar toda la primera jornada del juicio a las cuestiones previas. Es decir, a analizar las numerosas peticiones de nulidad de pruebas que va a plantear la defensa del ladrón del Códice, que ejerce la abogada arousana Carmen Ventoso Blanco.

Habrá que esperar a mañana para poder escuchar por primera vez al ladrón del Códice. La declaración de Manuel Fernández Castiñeiras ante el tribunal será la primera vez en la que el acusado hable en público y la pregunta que todos los implicados se están haciendo es si avivará el escándalo repitiendo ante la sala lo que ya dijo por escrito el 14 de febrero del 2013 ante el juez que instruyó el caso, José Antonio Vázquez Taín.

En aquel documento manuscrito de quince folios, Fernández Castiñeiras relataba las supuestas relaciones sexuales que se mantenían en la catedral de Santiago y entre miembros de la Iglesia. Dirigió sus mayores críticas directamente contra el que fue su amigo, el exdeán de la basílica, José María Díaz, del que dijo que tenía «actitudes que iban más allá de lo humanamente paternal» como «frecuentes palmaditas en el culo» y otras acusaciones sobre relaciones sentimentales impropias.

También optó por el ataque para defenderse de la acusación que pesa sobre él de haber sustraído 2,3 millones de euros en la catedral asegurando en su escrito que los robos eran el pan nuestro de cada día en la basílica. «Yo siempre vi que robaban dinero [...] metían la mano en la bolsa y sacaban dinero, eso lo vi yo» y añadía que «cuando venían las ofrendas en cestos o recipientes con plata, jamones o buenos vinos, cogían lo mejor y se lo llevaban y el resto lo veía yo entrar por la puerta de la sacristía, pero ya habiendo vaciado parte del recipiente».

Amenaza de denuncias

¿Repetirá Manuel Fernández Castiñeiras estas acusaciones en el juicio? Ese es el mayor temor de la Iglesia, que en su día anunció que denunciaría por injurias y calumnias al ladrón del Códice, pero que finalmente no hizo efectiva su amenaza. El acusado afirmaba en su incendiario escrito que se sentía triste «por haber visto cuando iba a rezar, cuando iba a tomar un café o cuando me lo contaban los propios protagonistas en confianza, que ni la pobreza ni la castidad existen en algunas personas que se les supone». Falta ver si pasado un año aún quiere mantener sus ataques con nombres y apellidos contra numerosos religiosos y seglares que podrían, esta vez sí, denunciarle si en su declaración vuelve a narrar esas supuestas historias de sexo y robos sistematizados en la basílica compostelana.

Ciertas o no, las acusaciones que vertió en su manuscrito Manuel Fernández Castiñeiras sí tuvieron consecuencias para el que era deán de la catedral de Santiago. En diciembre del 2012, la Conferencia Episcopal forzó la dimisión de José María Díaz indignada por el evidente descontrol que existía en la basílica compostelana. Un caos palpable en la falta de vigilancia y seguridad que existía sobre el Códice y el dinero que los feligreses donaban al templo. El canónigo no quiso decir en aquel momento más que «sobre la dimisión me prohíbo decir nada» y desde entonces no ha vuelto a hablar en público. Volverá a hacerlo como testigo en la cuarta jornada del juicio. Su declaración será también clave en la vista.

JUICIO AL LADRÓN DEL CÓDICE