En aquel documento manuscrito de quince folios, Fernández Castiñeiras relataba las supuestas relaciones sexuales que se mantenían en la catedral de Santiago y entre miembros de la Iglesia. Dirigió sus mayores críticas directamente contra el que fue su amigo, el exdeán de la basílica, José María Díaz, del que dijo que tenía «actitudes que iban más allá de lo humanamente paternal» como «frecuentes palmaditas en el culo» y otras acusaciones sobre relaciones sentimentales impropias.
También optó por el ataque para defenderse de la acusación que pesa sobre él de haber sustraído 2,3 millones de euros en la catedral asegurando en su escrito que los robos eran el pan nuestro de cada día en la basílica. «Yo siempre vi que robaban dinero [...] metían la mano en la bolsa y sacaban dinero, eso lo vi yo» y añadía que «cuando venían las ofrendas en cestos o recipientes con plata, jamones o buenos vinos, cogían lo mejor y se lo llevaban y el resto lo veía yo entrar por la puerta de la sacristía, pero ya habiendo vaciado parte del recipiente».