Gallardón no captó el mensaje de Rajoy que le enviaba Feijoo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

GALICIA

El exministro debería haber prestado atención a las críticas del presidente de la Xunta a la reforma de la ley del aborto

06 oct 2014 . Actualizado a las 07:21 h.

Hubo un tiempo en el que Alberto Núñez Feijoo y Alberto Ruiz-Gallardón mantenían una total sintonía política. Uno y otro pasaban por ser el ala más abierta del PP. Los pepitos grillo capaces de sostener opiniones abiertamente liberales en lo social, en materia de matrimonios homosexuales, por ejemplo, en contra de la doctrina oficial del partido. En el PP se los conocía entonces como «los Albertos». Y la vieja guardia les dejaba hacer, con cierto tono de condescendencia, sin dar mayor importancia a lo que se consideraban veleidades con aspiraciones de modernidad por parte de dos políticos que, sin ser nunca versos sueltos en el partido, aspiraban a tener un pensamiento propio y a situarse en primera de cara a la sucesión, cuando fuera necesario modernizar un discurso algo anquilosado.

La evolución política de los Albertos, que siempre tuvieron claro que el futuro pasaba por no moverse de la vera de Rajoy, por más que recibieran cantos de sirena para dar un paso al frente, demuestra hasta qué punto Feijoo ha demostrado tener una mayor visión política que su tocayo y también que, quizá por compartir origen gallego, el ahora presidente de la Xunta ha sabido interpretar mucho mejor la compleja personalidad de Mariano Rajoy.

Se publican en estos días en muchos medios análisis que aseguran que el paso atrás dado por Mariano Rajoy en lo que afecta a la ley del aborto es responsabilidad en gran medida de Alberto Núñez Feijoo, que habría hecho recapacitar al presidente del Gobierno sobre el peligro de seguir adelante con el proyecto. Y que, por tanto, la retirada de la política de Gallardón, que por otra parte nadie se cree en el PP, es en parte culpa de su otrora compañero de supuesto progresismo pepero.

La realidad es sin embargo muy distinta. Si Gallardón hubiera conocido bien a Rajoy y a Feijoo, habría entendido que si el presidente de la Xunta se atrevió a cuestionar abiertamente el proyecto de ley del aborto es porque sabía perfectamente que una reforma tan restrictiva no era el proyecto de Rajoy. Y que, en caso de haber pensado que el presidente del Gobierno estaba detrás, Feijoo nunca habría osado mostrarse así de crítico en público con una decisión del líder del PP.

Lo que Feijoo estaba enviando con sus mensajes, mucho más sutiles que los del extremeño Monago, este sí auténtico verso suelto, eran avisos a Gallardón, por boca del propio Rajoy, de que había que dar marcha atrás. Gallardón, al que hasta sus amigos en el PP atribuyen escasa o nula visión política a pesar de su talento, no supo o no quiso entender esos mensajes. El resultado es que los Albertos han acabado más distanciados que nunca; que Ruiz-Gallardón guarda ahora rencores infundados hacia Feijoo y que el líder gallego demuestra que sigue siendo el aliado más fiel y el mejor intérprete de Rajoy.