«Es increíble que Currás no dimita»

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Álvaro Ballesteros

Los funcionarios no comprenden por qué el PP gallego no actúa en Santiago

04 jun 2014 . Actualizado a las 11:49 h.

Un murmullo recorre el Concello de Santiago. Entre las paredes de piedra del pazo de Raxoi rebota un único runrún de indignación de unos funcionarios hartos de los continuos problemas judiciales del gobierno de Ángel Currás (PP). Tras la debacle definitiva, el día después de conocerse la condena a nueve años de inhabilitación por prevaricación de siete concejales populares, las voces de los trabajadores municipales siguen bajas por miedo a las represalias de sus jefes políticos, pero su mensaje no es menos contundente por ser susurrado. «Esto es una auténtica vergüenza, es increíble que Currás no dimita», comenta un empleado público en una de las cafeterías cercanas al consistorio. «Él tendría que haber presidido la junta de gobierno por la que han condenado a sus compañeros, lo justo es que se vaya también él, es lo que pensamos todos», le reprocha.

Que Currás debería dejar de ser alcalde es opinión generalizada entre los trabajadores del Concello compostelano. «Pero no lo pedimos [su renuncia] como funcionarios, que eso ya es lo de menos, lo pedimos como compostelanos, porque es enorme el daño que le está haciendo al buen nombre de la ciudad», reflexionan dos empleados públicos que han salido a fumar. Sin embargo, son pocos los que creen que vaya a renunciar al cargo. En otro bar, en otro corrillo, otro funcionario sentencia: «Ao alcalde non o sacan de aquí nin a gorrazos».

Tras dos años instalados en las portadas de los periódicos por los continuos problemas con la Justicia del gobierno local, los empleados municipales de Compostela deberían estar vacunados contra todo. Pero no. Sobrevivieron a la dimisión del ya delincuente fiscal Gerardo Conde Roa. A las detenciones del que era el jefe de gabinete del exalcalde, Ángel Espadas, y del edil de Seguridad Ciudadana, Albino Vázquez. Pasaron por la Pokémon, la Manga y la Patos, los nombres de las operaciones que manchan al PP santiagués. Atravesaron el desierto de la fractura del grupo de gobierno, de los navajazos entre concejales, de las vendettas personales y políticas contra todos y contra todo del alcalde y de su mano derecha, Reyes Leis. Pero han dicho basta ya ante la inédita situación de ver un grupo de gobierno de trece concejales reducido a cuatro en menos de una semana. «¿Quién va a gobernar aquí?», se pregunta un funcionario.

Los «amiguitos» de Reyes Leis

Visto lo lejos que ha llegado el esperpento, los trabajadores municipales pensaban que ahora sí, como en la famosa canción del cubano Carlos Puebla, llegaría el comandante y mandaría parar. Esperaban que Alberto Núñez Feijoo, como presidente del PP gallego, tomase cartas en el asunto. «Estábamos convencidos de que si los condenaban -a los siete ediles- Feijoo mandaría aquí a gente de la Xunta para que fuesen concejales y pusiesen orden, pero ahora vemos que no, que van a aprovechar lo que puedan de la lista electoral y el resto lo cubrirán con los amiguitos de Reyes Leis [la primera teniente de alcalde]», se lamenta otro funcionario que, como sus compañeros, quiere ocultar su identidad por temor a represalias. «Esta gente es peligrosa, ¿sabes? Espiaban a sus compañeros y a nosotros también», se justifica.

De lo extremo de la situación interna que se vive en el Concello de Santiago habla claro que, por primera vez en su mandato, el alcalde reunió ayer a las 13 horas a todos los jefes de servicio del Ayuntamiento. «Nos mandó un mensaje de tranquilidad, de que todo va a seguir como antes y que no tengamos miedo», explica uno de los que asistió a ese encuentro en la Alcaldía. Antes, Currás había dicho a los periodistas lo que muchos daban por seguro, que no se iba. «Seguiremos al frente de este barco», afirmó el regidor. Un funcionario que leía las declaraciones en su teléfono móvil apostillaba con ironía: «Lo que pasa es que ese barco es como el Titanic, que se hunde mientras sigue tocando la orquesta».

Pasa la mañana en Raxoi y se produce un nuevo sobresalto. Por los pasillos se rumorea la dimisión de la concejala de Xuventude, Rebeca Domínguez, que al poco se confirma. A la salida del Concello, finalizada la jornada otro funcionario se pregunta: «No sé cómo van a hacer para buscar nueve personas nuevas que quieran entrar en el gobierno local tal y cómo están las cosas».