Cervo: el interior de un drama

Inmaculada Eiroá González
inma eiroá VIVEIRO / LA VOZ

GALICIA

José Ángel C., en el interior de un coche policial poco antes de declarar en los juzgados.
José Ángel C., en el interior de un coche policial poco antes de declarar en los juzgados. xaime ramallal< / span>

El asesino confeso de Cervo y su mujer eran una pareja unida que solo dos días antes del crimen salieron por la noche juntos y quien les acompañó dijo verlos muy animados

19 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El lunes día 13, a las ocho de la mañana, José Ángel C. se levantó, fue a la casa de su suegra y la mató a golpes con un palo de un metro de largo y diez centímetros de ancho mientras aún dormía. Luego regresó a su casa y acabó con la vida de su esposa, primero a palos y luego con una cuchillada. Todo esto lo explicó con detalle tras ser detenido, justificando que las mató para que no sufrieran por los problemas económicos que tenían. Las deudas que acarreaba su empresa, Villarino Obras S.L., con la Seguridad Social (las cifró en 140.000 euros), el embargo de todos sus bienes, incluidas la casa y el proceso de embargo de la nómina de su esposa, lo tenían nervioso y su mujer, dijo, estaba muy triste y disgustada, incluso lloraba por la noche. Y como las quería a ambas, señaló, decidió matarlas para luego sacarse la vida él mismo.

A ella, una profesora, la definen como una mujer «muy alegre, valiente y trabajadora». A él, constructor, como una persona «tranquila, serena y reservada». A ambos, como una pareja unida que compartía viajes, que siempre iban juntos. El sábado anterior al crimen salieron de copas y quien les acompañó los vio animados, nadie detectó nada extraño, tampoco el domingo cuando el propio José A. llamó por teléfono para volver a salir.

¿Porqué se produjo, pues este crimen? Un reputado psiquiatra consultado sobre este caso (pidió que su nombre no figure) señala que a veces las personas ejemplares lo son a costa de mucha contención interior, que a veces ocasiona tensión. Para este experto, el crimen de Cervo, matar a la familia y luego culminarlo con el propio suicidio es una situación que a veces se da, aunque aquí al experto no le encaja el hecho de que no se culminase el suicidio. Respondería al llamado suicidio ampliado, cuyo patrón no se cumple y hace dudar sobre otra posible explicación. Tampoco descarta que la situación de ruina, que suele provocar mucha conflictividad interna, hubiera suscitado algún comentario en el entorno que disparara una agresión debido a la tensión acumulada. «La situación de ruina puede impulsar al suicidio y la situación de culpa por las decisiones tomadas hay personas que no la toleran. La ventaja de tener buena imagen a veces se vuelve contra uno mismo, porque se piensan que con la ruina se arrastra esa buena imagen y que todo se ha perdido».

Recorrido

El imputado describió ante las autoridades el recorrido que, asegura, hizo por la comarca tras los asesinatos. Trasladándose en un primer momento a San Cibrao, desde donde regresó a su casa hacia media mañana para comprobar que su esposa estaba muerta, ya que le había dado la impresión, cuando salió de casa, de que todavía se movía. Luego habla de que se acercó a otra casa familiar de Lourenzá, donde intentó colgarse de la puerta del garaje, sin lograrlo. Desde allí condujo hasta Burela y estuvo dando vueltas sin hablar con nadie hasta que se fue a un hotel donde pasó la noche. Afirmó que intentó tirarse varias veces por la ventana, si bien, no tuvo valor para hacerlo. Y ya por la mañana se marchó a la zona del Puente de los Santos (Ribadeo), aparcó su coche y estuvo dando vueltas por el puente, hasta que a las 12 pidió a información el número de la Guardia Civil de Burela y llamó para informar de que había matado a su mujer y a su suegra.

Desde el punto de vista del psiquiatra este deambular podría responder a la necesidad de buscar una salida y darse una explicación a sí mismo y a la sociedad sobre lo que sucedió Si era una persona conocida y considerada socialmente, necesitaría tiempo para armarse de valor para enfrentar la vergüenza del rechazo social que, a buen seguro, provocó lo que había hecho.

Persiste el riesgo

En todas esas horas posteriores a los asesinatos no fue capaz de matarse, pero los expertos entienden que sigue persistiendo el riesgo de que lo haga, de ahí que su ingreso en prisión se hiciera conforme al protocolo del suicidio. Continúa en la necesidad de enfrentar ante la gente de su entorno ante sus amigos el rechazo. Añade el experto que vivir con eso no es fácil, de ahí que desde el punto de vista psiquiátrico, el castigo de la cárcel lo va a vivir como una manera de pagar esa deuda. Este experto ve indispensable un examen psiquiátrico, más que por patología expresa, porque puede haber elementos de personalidad que permitan comprender mejor lo sucedido, sin prejuzgar que pueda ser por alguna de las hipótesis que se han manejado. A Mariña continúa horrorizada por este doble crimen, del cual se autoinculpó José Ángel C., por la agresividad con la que fue cometido y por las razones esgrimidas por el asesino confeso: quería a su mujer y a su suegra y las mataba para que no sufrieran.