A lo largo del lunes intentó quitarse la vida hasta en tres ocasiones, pero le faltó valor
16 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.El relato que, al parecer, hizo José Ángel Cuadrado de las horas, más de 24, que pasaron desde que asesinó a su suegra y su mujer y llamó a la Guardia Civil para avisar del crimen es difícil de definir.
Según su testimonio, habría abandonado su casa entre las nueve y las nueve y media de la mañana del lunes, tomando el coche y dirigiéndose a San Cibrao, una localidad situada a muy poca distancia del domicilio familiar, donde estuvo dando vueltas. A eso de las once regresó a Riocovo y, sin entrar en la casa donde yacía muerta su suegra, entró en la suya, comprobando que su mujer estaba muerta.
Después volvió a salir y se dirigió a Lourenzá, el municipio donde posee una vivienda y allí, según su versión, intentó colgarse con una cuerda de la puerta del garaje, sin conseguirlo. Era media mañana cuando regresó, siempre conduciendo su automóvil, a Burela. Dio vueltas por la localidad todo el tiempo, sin detenerse a hablar con nadie, hasta que se fue a un hotel para quedarse. Explicó que por la noche intentó tirarse varias veces por la ventana, pero finalmente no encontró el suficiente valor para hacerlo.
Ya en la mañana siguiente, a eso de las nueve, se puso de nuevo al volante y se dirigió a la zona del puente de los Santos, donde aparcó el coche (se supone que en el área de descanso donde luego fue hallado) y se puso a caminar, dando vueltas por el puente que une Galicia y Asturias. A eso de las doce de la mañana (el martes) pide a información el teléfono de la Guardia Civil de Burela y llama para avisar que mató a las dos mujeres. Explicó que le atendieron primero una agente y luego un guardia. Según la versión facilitada por las fuentes consultadas, en un momento dado pierde el teléfono (hay cierta confusión sobre quien es el propietario de dicho teléfono; podría ser el de la suegra) y se interrumpe el contacto que mantenía con la Guardia Civil.
Finalmente, según las mismas fuentes, una persona que circulaba en un ciclomotor alertó a la Guardia Civil y el hombre era detenido hacia las seis de la tarde, en el mismo puente de los Santos, donde al parecer, lo localizaron en la barandilla exterior, intentando un nuevo suicidio que tampoco en esta ocasión prosperó.
Sin embargo, ayer, el traslado a Bonxe se realizaba según el protocolo que se aplica a las personas que ingresan con riesgo de suicidarse, de manera que permanecerá en el penal vigilado y acompañado para evitar un desenlace que parece que intentó, pero no consiguió culminar.
Las personas que le conocían lo definen como una persona callada y reservada, pero tranquila, serena y correcta.
«Era cobarde»
Un vecino de Lourenzá cercano al supuesto agresor decía sentirse muy extrañado del episodio, porque nunca le vio arrojo para tomar decisiones. «Era cobarde», puntualizaba esta persona.
En el tiempo posterior a su detención lloraba en algunos momentos, señalaba una de las fuentes, aunque hay quien apunta a que ayer, antes de entrar a declarar en Burela, se preocupó de componerse el aspecto. Ayer vestía pantalón de pana azul, zapatos de ante marrón y jersey.