Política y basura

Laureano López
Laureano López CAMPO DE BATALLA

GALICIA

10 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Política basura: Aprobada por decreto la subida de tarifas en Sogama, y a quien no le guste, que la guarde en el salón de su casa. Así funcionan los consensos en Galicia promovidos por la Xunta, más manu militari que mano tendida, aunque esta actitud dialogante no es una exclusiva del PP: les pasa a todos estos señores y señoras cuando les toca gobernar: los acuerdos se interpretan como cesiones al enemigo, y así nos va. Es cierto que gobernar es tomar decisiones, aunque algunas no gusten (lo malo es que las que no gustan nunca aparecen en los programas electorales, una estafa que, junto a la corrupción o a los privilegios de nunca acabar, explican este desapego hacia la política), pero también se espera de las mayorías absolutas cierta capacidad negociadora, para buscar, entre lo que no gusta, lo que menos disgusta. No se hace ni con el recorte del número de diputados («que propongan un aumento de escaños en sus próximos programas electorales», se escucha como mensaje más de bar que de Parlamento) ni con el incremento del coste de tratar la basura, que se dispara un 34 % y si no lo tomas, lo dejas (y aquí podíamos añadir que, en efecto, lo están dejando: a razón de 80 vecinos al día se van de Galicia, o se les expulsa). Hay que dejar claro que eliminar la basura, casi un millón de toneladas al año, tiene un precio. Por eso, los ayuntamientos no pueden hacerse los suecos, porque de lo contrario engañan a sus vecinos: la basura no se puede esconder bajo una alfombra, basta recordar el luctuoso episodio del vertedero de Bens. Pero la Xunta tampoco puede, o más bien no debe, imponerlo, ni permitir que se lo impongan. Hay que establecer un precio acorde con el servicio que se ofrece, investigar en modelos más económicos y más respetuosos con el medio, y presionar con todas las fuerzas al Gobierno central, culpable de esta subida por la reforma eléctrica, para que los residuos no se conviertan en la puntilla definitiva a la precaria situación de los bolsillos de los gallegos. Porque no es de recibo que el recibo suba un 34 %. El resto es solo, y seguirá siendo solo, basura.