Sabía desde hacía ya varias semanas que el hombre que mató y violó a su pequeña Maruchi, cuando volvía a casa después del primer día de colegio, podía quedar libre, pero aún albergaba alguna esperanza de que no fuese así. Ayer recibió la noticia de que José María Real López estaba libre a través de quien esto escribe. «¡Menudo regalo de Navidad me están haciendo!», explicó nerviosa y, a la vez, resignada de una situación en la que poco o nada puede hacer.
-El fiscal pidió a las fuerzas de seguridad que averigüen dónde va a residir el asesino de su hija y que este sea controlado de alguna manera. Además, no podrá ir a Vilalba. Supongo que eso a usted no le servirá de mucho...
-¿Se cree usted lo del control? Mire, eso ocurrirá, si ocurre, los ocho o diez primeros días y nada más. Cuando pase cierto tiempo, todos se habrán olvidado. Yo era consciente de que este momento iba a llegar porque la ley que hacen los políticos es así, pero antes de tomar decisiones como esta habría que mirar a qué tipo de gente se excarcela porque hay personas, por llamarles así, que no tenían que salir.
-El hombre que violó y mató a su hija y destrozó su vida pagó con poco más de veinte años. ¿Considera que es un tiempo suficiente?
-Ni veinte, ni cincuenta pagan la muerte de una niña de nueve años. Nadie puede imaginar lo que eso supone para una madre y un padre. Para quien comete hechos de esas características tendría que haber cadena perpetua. Pero no existe. Por lo tanto yo, como afectada, considero que debería haber cumplido toda la pena que le fue impuesta en su día. Íntegra. ¡Veinte años! Pero, ¿Usted se da cuenta de que él está ahora en la calle disfrutando, riéndose y nosotros aquí sin nuestra hija y, además, sufriendo horrores?
-¿Teme que pueda haber más Maruchis?
-Quiera Dios que no y que este hombre no haga nada. Pero, lo dudo. Es difícil. Personas así nunca se rehabilitan. ¡Qué le vamos a hacer! ¡Esta gentuza que salga en libertad y pueda hacer otra! No consigo entender. No sé qué leyes son estas. ¿Pero los psiquiatras y psicólogos de las cárceles no ven que este tipo de personas no están en condiciones de salir a la calle? No lo comprendo.
-¿Se imaginó que quien mató a su hija saliese de este modo a la calle?
-Nunca. Y le digo una cosa: nos fastidia que en ningún momento nos hubiesen avisado de la situación para estar alerta. Resulta que son más protegidos los asesinos que las víctimas. Hace falta ser ruin como el hambre para permitir que una persona así salga a la calle, por la puerta grande y con todos los privilegios.