«¿Y qué haces entre semana?»

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

GALICIA

Xoán Carlos Gil

Miguel y Vanesa tienen vidas enfrentadas. Él vive en el concello con menos habitantes de Galicia y ella, en el más poblado

06 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Vidas enfrentadas Vivir en el concello con más habitantes o vivir en el menos poblado

Hay noches de sábado que en el pub que dirige Vanesa entra más gente que la que duerme en el municipio en el que vive Miguel. Ella habita en el ayuntamiento con más población de Galicia y él en el que tiene menos. Vigo o Mondariz Balneario. Bulliciosa ciudad o pueblo apacible. ¿Qué prefieren, compartir vecindario con 689 paisanos o rodearse de otros 297.354 convecinos?

En ambos casos es una decisión, no una necesidad. La mujer de Miguel García (economista, 42 años) trabaja en la cercana Ponteareas, pero prefirieron irse al pequeño Mondariz Balneario. Llevan allí cuatro años. Lo mejor es «el entorno espectacular».

«Ya, pero ¿qué haces entre semana?», dispara Vanesa Álvarez (diseñadora gráfica y propietaria del pub La Fiesta de los Maniquíes, 30 años). Le gusta notar el ajetreo, salir a la calle y tener cosas que hacer, encontrar oferta cultural de todo tipo. Su relación con Vigo es, dice, «de amor/odio», pero está comprometida a desarrollar su proyecto vital en la ciudad en que nació. «Me siento más libre en una ciudad grande», responde. Y a veces la suya se le queda pequeña.

Miguel sabe de lo que habla, porque aunque ahora resida en el municipio más pequeño de Galicia y nació en la aldea de Lago (Valdoviño), ha vivido en Ferrol, A Coruña y Vigo. Y cree que también los urbanitas «crean aldeas en sus barrios». Pero confiesa que lleva bien el sosiego del pueblo porque se obliga a visitar Vigo tres veces por semana, así que su casa es el refugio donde goza de la tranquilidad.

No como Vanesa, a la que le encanta el bullicio. «Me encanta sentir la ciudad, escuchar las manifestaciones, estar en medio. Yo no paro de hacer cosas», asegura. En La Fiesta de los Maniquíes (en Churruca, la zona de marcha del centro) no solo ponen copas, también organizan eventos culturales. «¿Se podría celebrar en Balneario un espectáculo con un poeta semidesnudo leyendo sobre una base de música electrónica y pintando a la gente?».

Miguel se ríe y repasa mentalmente las seis cafeterías que tiene el pueblo. No, concluye, no hay masa crítica. Pero a cambio, apunta, asegura que se ha curado de ese pecado colectivo actual que es el hiperconsumismo. Y no necesita escaparse de donde vive para desconectar.

¿Y se cambiarían el uno por el otro? ¿Se mudaría él a una ciudad que multiplica Balneario por 432? ¿Se iría ella a un lugar con menos habitantes que una manzana de Vigo? El economista está convencido de que «cuando estás en un sitio, aprendes a amarlo». La diseñadora goza de la naturaleza y admite que no le importaría alejarse una temporadita. Eso sí, «con Internet de banda ancha».