La peculiar cárcel de la insurgencia

Alfredo López Penide LA VOZ EN AFGANISTÁN

GALICIA

<span lang= es-es >UN CURIOSO PENAL</span>. Los muros de la cárcel apenas levantan unos metros del suelo, de modo que el temor al riesgo de fuga está siempre latente. Las autoridades locales han cursado una petición a los militares españoles para que aumenten las medidas de seguridad del penal, que a día de hoy son manifiestamente mejorables.
UN CURIOSO PENAL. Los muros de la cárcel apenas levantan unos metros del suelo, de modo que el temor al riesgo de fuga está siempre latente. Las autoridades locales han cursado una petición a los militares españoles para que aumenten las medidas de seguridad del penal, que a día de hoy son manifiestamente mejorables. fotos< / span> lópez penide< / span>

La Voz visita el único penal de la zona que vigila la Brilat, un edificio con notables carencias

29 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En la única prisión de la provincia afgana de Bagdhis, el territorio del que se ocupa la Brilat, permanecen recluidos cerca de cuarenta insurgentes. La dirección del penal asegura que muchos de ellos son individuos peligrosos -cosa seria si se pone en el contexto de los estándares de riesgo afganos-, pero la cárcel en cuestión está lejos, muy lejos, de pasar por una de alta seguridad.

Los muros apenas miden poco más de cuatro metros y en ellos se nota claramente el inmisericorde paso del tiempo. No es de extrañar que tanto el general afgano Seraferín como Modisa Qadin, directora de asuntos para la mujer en Bagdhis, se hubiesen dirigido al equipo de reconstrucción provincial que dirige la Brilat para pedirle una «atención especial» para el edificio, traducida en la construcción de un nuevo muro.

El propio Seraferín reconoce que el penal no cumple los estándares internacionales y ni siquiera reúne las condiciones que sí tienen otras prisiones ubicadas en distintos puntos del país. «La cárcel está en una situación muy peligrosa y vulnerable», asegura. Esta circunstancia provoca que la seguridad de estas instalaciones situadas en pleno centro de Qala-i-Naw recaigan sobre los hombros de los 71 agentes ocupados de vigilar a una población reclusa de 233 personas. «Algunos de los insurgentes ya tienen condenas firmes, mientras que otros están esperando por su segundo o tercer juicio», explica el coronel Mehrabo, máximo responsable de la prisión. Este explica que media docena de estos reclusos están condenados a muerte, si bien «no se ha aplicado y no hay orden de ejecución».

El déficit de seguridad aparente de la cárcel ha derivado en que sean, hasta cierto punto, habituales los planes de fuga. La dirección del centro asegura haber abortado numerosas intentonas, antes incluso de que se hubieran comenzado a llevar a cabo, lo que acrecienta la sospecha de que, entre los internos, haya infiltrados policiales.

En cualquier caso, la seguridad es algo que preocupa, y mucho, a la Brilat. Esto explica que guardias civiles del contingente militar estén monitorizando la situación del penal. El sargento González Galarraga y el cabo López, ambos adscritos a las unidades de Vizcaya y Logroño del Grupo de Acción Rápida (GAR), mantienen reuniones periódicas con los responsables del penal y tienen intención de elevar un informe a las autoridades españolas incidiendo en la necesidad de implementar mejoras en materia de seguridad.

Simulacro de motín

La labor de ambos ya se está notando. Por lo pronto, la cárcel ya dispone «de un plan específico de seguridad y actuación en caso de atentado o emergencia», además de que se han llevado a cabo simulacros de motín, ya que se considera que puede ser el riesgo con más posibilidades de que se pueda producir.