Los 20 tripulantes del Eros -18 africanos de Costa de Marfil, Guinea Conakry, Guinea-Bisáu y Senegal, un ruso y un gallego- viven desde hace nueve meses a bordo del barco. No pueden abandonar el país, porque les han retirado el pasaporte. Y lo peor de todo es que no ven un horizonte en el que puedan hacerlo.
Después de varios meses sin faenar, los marineros están viviendo gracias al apoyo económico de sus familias. El Eros es el único barco de Manuel Alberto Suárez y, tras el percance, empiezan a escasear los recursos, por más que en las bodegas todavía estén congeladas las 12 toneladas de pescado, que también han sido confiscadas por las autoridades de Liberia.
«La verdad es que ya estoy apretado, pidiendo dinero a amigos». Y es que, aparte de los gastos habituales, hay que hacer frente también a mordidas. «Hasta para meter comida en el barco tengo que pagar a los del puerto y a todas las mafias que hay por aquí», se lamenta.
El armador ribeirense ha pedido asistencia diplomática, pero hasta ahora no ha tenido mucho éxito. En Liberia solamente hay un cónsul honorario, según dice, y la representación española más cercana está en Costa de Marfil. Por la parte portuguesa tampoco ha habido mejor suerte: su diplomacia está en Senegal. Y aunque asegura que hay una delegación de la UE, «no nos ha resuelto nada».