Dice Feijoo que una de las mayores virtudes políticas de Rajoy es la de no ponerse nunca nervioso. Pero sabe muy bien que debería precisar que la gran virtud de Rajoy, y la suya también, por cierto, es la de aparentar que no se pone nervioso. En este momento, uno y otro están de hecho bastante inquietos, por mucha calma que pretendan transmitir. No solo por el incierto desenlace de unas elecciones gallegas que de nuevo se presentan cruciales para que Rajoy remonte el vuelo político, como ocurrió en el 2009, sino también porque a uno y a otro les asaltan grandes dudas sobre la estrategia a seguir en estas elecciones.
Alguien parecía haber convencido al presidente de la Xunta de que aquella histórica y exitosa campaña del 2009, con Rajoy recorriendo Galicia pueblo a pueblo, volcándose como nunca y poniendo su futuro político en manos de Feijoo, no debería repetirse ahora de ningún modo. Y así hemos visto movimientos extraños del líder del PPdeG desmarcándose públicamente de la política reformista de Rajoy, de la que ha sido uno de los principales abanderados. E incluso críticas a su falta de explicaciones públicas y su racanería a la hora de conceder entrevistas. El plan era, en suma, que Rajoy apareciera lo justo por Galicia durante la campaña, utilizando la excusa de la cargada agenda internacional del presidente, para evitar que proyectara sobre Feijoo su negra sombra en forma de rescate.
Pero las cosas parecen haber cambiado en poco tiempo. Feijoo ha comprendido que tratar de convencer al electorado de que es políticamente independiente de Rajoy y de que no comparte algunas de sus políticas es una tarea que excede su escasa capacidad de improvisación. Y parece dispuesto a jugárselo de nuevo al todo o nada junto al líder de su partido.
Explicar decisiones duras
En ese giro no influye solo el convencimiento de que es un error tratar de ganar disimulando lo que Rajoy y él mismo han hecho en lugar de hacerlo presumiendo de su gestión y explicándosela a los ciudadanos, por duras que hayan sido las decisiones. También el entorno económico parece haber girado a su favor en el momento más inesperado. El mayor temor era que Rajoy se viera obligado a solicitar en plena campaña un rescate que se consideraba ineludible. Pero ahora el PP coquetea con la idea de que si la prima se estabiliza temporalmente por debajo de los 400 puntos, con las autonomías cumpliendo con el déficit y con una Alemania sin prisa ninguna, tal vez no sea necesario pedir el rescate. En esas circunstancias, el dúo Rajoy-Feijoo tendría algo de lo que presumir en la campaña.
A día de hoy, el PP no tiene claro todavía cuál de las dos cartas jugar. Su problema es que le queda poco tiempo para decidirse. Y también que, si se equivoca de naipe, ya será tarde para rectificar.