Un ataúd sin cadáver

José Francisco Alonso Quelle
José Alonso BARREIROS / LA VOZ

GALICIA

Hallan junto a la N-634 en Barreiros la caja de zinc de un féretro, que alguien tiró tras retirar los restos de su interior

10 abr 2012 . Actualizado a las 13:33 h.

El domingo, entrada la tarde, Santiago, un jubilado de Reinante (Barreiros, 3.166 habitantes), cumplía con su costumbre del paseo vespertino. Cuando avanzaba distraído por el arcén de la N-634 no podía imaginar la sorpresa que le esperaba. A unos metros, en la bifurcación de un camino de monte, vio una extraña caja. Pensó que podía ser un ataúd, pero parecía metálico. Se acercó y, en efecto, descubrió que era un féretro, la caja de zinc para ser exactos; el forro soldado que se usa en los ataúdes con cadáveres que se traen a Galicia desde otras comunidades.

Estaba abierto, deteriorado, pero conservaba el visillo de tela y la almohadilla, en la que incluso se apreciaba la marca del peso del cadáver que alojó. Porque de los restos apenas quedaban unos pelos y tal vez algo de piel, que fueron recogidos horas después por agentes de la Policía Judicial.

Santiago siguió su camino y al llegar a su domicilio llamó a la concejala de la parroquia, Adela Rodríguez (PP), que acudió en persona a verificar el hallazgo. «É algo macabro e sempre vas e miras con algo de respecto, pero non medo, porque xa me dixera que estaba baleiro», relató. Esperó a que pasara la noche para, ayer por la mañana, informar a la Guardia Civil. Agentes de la Policía Judicial acudieron al lugar del hallazgo a recabar pruebas, pero parece complicado desentrañar la identidad del cadáver.

Al mediodía, Javier Díaz, el jefe de Protección Civil, recogió la caja y la llevó al cuartel de San Cosme de Barreiros. Después se dirigió al cementerio de Reinante: «Está todo normal. Aparentemente non hai ningunha tumba profanada nin nada revolto», explicaba.

Para buscar una explicación a lo ocurrido se barajan varias hipótesis. La más manida por expertos consultados es que un familiar habría vaciado el nicho que albergaba el cadáver. No informó a nadie, ni al párroco ni a las autoridades -algo que es obligatorio si se cambia un féretro de tumba-, quizás por desdén o para evitar pagar las tasas. Al abrirlo se habría encontrado con que la caja de madera estaba hecha polvo, pero la de zinc, al ser metálica, se mantenía compacta aunque deteriorada. La habría forzado y retirado los restos, que probablemente hayan ido a parar al osario del nicho. Después habría llegado el momento de deshacerse de la caja de metal, lo que habría hecho sin miramientos, al pie de la carretera. De ser cierta esta hipótesis, queda una duda: ¿En qué cementerio ocurrió?

«Lo raro es que la tiraron a diez metros de la carretera nacional. Fueron muy descarados», asegura el propietario de una funeraria de la zona. Una incógnita más.