La envejecida estructura poblacional de Galicia no garantiza el relevo generacional. La frase es dura, pero refleja una realidad que han de comenzar a aceptar muchos concellos del interior de la comunidad. Sobre todo aquellos en los que más de la mitad de la población tiene más de 65 años. Indicadores económicos y sociales están detrás de ese fenómeno porque son precisamente estos los que han agilizado los procesos migratorios que han ido afectando a esas zonas en los últimos tiempos. La falta de una industria o una ganadería competitiva, unida al hecho de que el acceso a los servicios que caracterizan el Estado de bienestar es más complicado, aceleraron el proceso de deslocalización de jóvenes hacia las urbes y sus áreas de influencia.
La emigración interior que se produjo en paralelo al proceso de urbanización que vivió Galicia durante la segunda mitad del siglo pasado y, ahora, los nuevos procesos migratorios hacia otras partes de España o Europa en busca de empleo han contribuido a ir desequilibrando la balanza. De hecho, fue el primero de estos procesos el que abrió la brecha entre la Galicia interior y la atlántica, un proceso que no tiene marcha atrás.
El doctor en Geografía José Antonio Aldrey Vázquez explica en el libro A poboación galega como las salidas de emigrantes son contrarrestadas con la llegada de retornados, pero eso no llega. «Porque a súa idade é elevada é moitas veces chegan directamente a engrosar ós grupos de persoas xubiladas», explica.
Nuevo escenario
Con todo, añade en ese volumen, la distribución poblacional es muy diferente en todo el territorio. «As clases máis acomodadas aséntanse nos centros e nas periferias das cidades; áreas con calidade constructiva e medioambiental. As parellas novas de clase media ou clase media baixa vanse ás periferias das cidades ou áreas metropolitanas. E as vilas son a base de persoas novas que teñen algún tipo de actividade relacionada co sector terciario e que dan servizo as áreas rurais que as rodean», dice.