«La reducción de jornada implica perder dinero, pero compensa el verlo crecer»

GALICIA

19 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Hace tres años que Ana Araújo Montero se convirtió en madre, en solitario porque ninguna de sus relaciones había llegado a buen término. A Jorge se lo dieron un 1 de mayo y aquel año, casualmente, era domingo y en España se celebraba el Día de la Madre. No en Etiopía, pero allí, ese día, comenzaba su maternidad: «Lo tuve claro. Por mi forma de ser, siempre quise adoptar y siempre pensé en África».

Dos años de espera en las listas de adopción internacionales la llevaron hasta Jorge, que tenía once meses cuando se formalizó la adopción: «Estaba mucho menos desarrollado que un bebé de aquí. Es una cuestión de déficit alimentario y de estimulación. Allí no pueden atenderlos mejor y están en la cuna hasta que alguien se los lleva», cuenta Ana.

Sobre la imagen que dejó tras de sí, asegura que impresiona: «Había cuatrocientos niños. Bebés, niños pequeños, de 13 o 14 años, muchos con alguna discapacidad. Hay charlas previas, pero nadie te prepara para llevarte a tu hijo dejando a tantos otros atrás. Es muy triste, pero es lo único que puedes hacer. Es una realidad que me va a acompañar toda la vida y pido no olvidarla», dice.

El futuro, es obvio, llegará cargado de preguntas: «Con naturalidad todo se explica y más hoy, que hay familias de todo tipo y estas cosas resultan menos extrañas que antes. Solo hay que contar la verdad con naturalidad».

El día a día, añade Ana, se lleva gracias a la ayuda familiar y a una reducción de jornada: «Cuando Jorge empiece el cole, dentro de unos meses, volveré a mi horario normal. Ahora tengo jornada reducida, que implica perder parte del sueldo, pero lo compenso con una ayuda de la Xunta. Mi madre recoge al niño antes de que yo salga de trabajar y come con ella. Luego tengo la tarde para él. Compensa, porque me permite verlo crecer».