«Non arrisco a vida, quero a miña casa»

GALICIA

Una desalojada de O Celeiriño volvió a su vivienda a pesar del riesgo de derrumbe

03 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Dolores Prieto ha vuelto a casa tras dos meses desalojada. Desde el lunes vive de nuevo en el número 4 de la calle Golondrina, en pleno corazón del barrio de O Celeiriño (Viveiro), sobre el que todavía no se ha actuado a pesar del riesgo de derrumbe. La familia de Dolores fue una de las catorce desalojadas de forma urgente el pasado 2 de octubre tras ceder una de las estructuras metálicas que refuerzan el muro pantalla erigido para levantar un edificio próximo a las casas.

Desacatando una resolución de la alcaldía que obligó al abandono de las viviendas para garantizar la integridad física de los afectados, Dolores asegura que no dejará su casa mientras no reciba una orden judicial. En los últimos dos meses confiesa que ha asistido a todas las reuniones vecinales, ha otorgado su confianza a las Administraciones y a la constructora, pero el tiempo pasa y no llegan soluciones para un barrio que los técnicos municipales aseguran que sufre un deterioro progresivo.

Aunque la casa de Dolores no figura entre las 11 pendientes de derribo, está unida a una vivienda de la calle Atalaia que el Concello sí planea demoler. Está apuntalada y sus moradores ya fueron desalojados en febrero. A esta situación hay que sumar que Dolores vive desde anteayer en la zona más afectada del barrio, donde los inmuebles y las calles están precintados.

El peligro planea sobre este escenario. Esta celeirense confirmaba ayer a las ocho y media de la tarde que el Ayuntamiento todavía no le había cortado ni el agua ni el suministro eléctrico. El teléfono móvil y el correo electrónico la mantienen comunicada. La última noticia oficial se la entregó anteayer la Policía Local; fue la misma notificación que recibieron todos los afectados y en la que el Concello les comunicaba la situación de ruina que presenta el barrio y la recomendación de los técnicos de cortar el suministro de agua y luz a todas las viviendas, además de reclamar vigilancia policial de forma continuada.

Sin noticias del exterior

«Ninguén se puxo en contacto comigo en todo o día. Ninguén me veu molestar e non teño pensado moverme da casa, non vaia ser que saia e ma precinten», reconocía ayer esta vecina, que ha aprovechado sus vacaciones para iniciar esta medida de presión y exigir garantías por escrito de que en el barrio se ejecutará un plan de intervención que asegure la restitución de las viviendas y de que el culpable de la situación indemnizará a los afectados.

Con este acto, esta vecina de O Celeiriño quiere aclarar que no ha actuado por sorpresa. «Hai un mes comentei no Concello que quería voltar para a miña casa. Non me cortaran a luz e entón só tiven que solicitar o auga, un servizo que me restituíron nuns días. Tamén lle comentei ao arquitecto que quería volver e el tratou de convencerme para que non o fixera. Son plenamente consciente do que estou facendo. E non estou aquí para arriscar a vida, quero a miña casa como estaba porque eu non fun culpable». La vivienda de Dolores no es de las más dañadas, pero presenta grietas en algunas habitaciones, que ella misma marca a diario con un lápiz para vigilar su evolución.

La última reunión sobre este tema fue el lunes. Asistieron representantes del Ayuntamiento, de la constructora del edificio y los ocho vecinos más afectados acompañados de sus abogados; no se llegó a ningún acuerdo. La Consellería de Vivenda se comprometió hace cuatro días a conceder ayudas y el Ayuntamiento debe enviar esta semana los datos para iniciar la tramitación de los expedientes. De momento, el Concello paga los alquileres de la gran mayoría de los desalojados.