El pazo se vistió de gala para la ocasión. Globos blancos adornaban los árboles y paños del mismo color lucían en las ventanas de la antigua bodega. Sobre el escenario, un cuarteto ponía la música a unos vídeos con los que quiso recordarse la lucha de estas mujeres. Se las vio delante de las puertas, increpando a los narcotraficantes a su llegada al juzgado, asistiendo a los juicios. Se volvieron a escuchar sus cánticos. Esos que decían «no somos locas, ni terroristas. Somos madres». Y se volvieron a ver sus lágrimas. Pero esta vez eran de emoción, de alegría. No de impotencia, ni de rabia.
Llegó entonces el turno de las autoridades. La conselleira de Sanidade, María José Rubio, tuvo un especial recuerdo para las madres, a las que mostró su «admiración». El ministro de Sanidad, Bernat Soria, aseguró que «todos los días hacen historia, pero hay días que hacen más historia, como este». Añadió además que «es un honor estar hoy aquí» a pesar de no haber participado en el proceso de expropiación del pazo y que el candado que cerraba el viejo portalón «es hoy para vosotros», dijo. Por último, el presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, explicó que el de ayer era un día «cargado de especial simbolismo e tamén de sentimentos encontrados, de ledicia por unha etapa que se pecha, pero tamén de emoción e recordo polo sufrimento».