LA SEMANA pasada se supo que un juez había absuelto a un internauta al considerar que el intercambio de archivos (música y cine sobre todo) por Internet no es delito y, además, es una práctica social muy extendida. Así que, a tenor de la sentencia, muchos de los llamados piratas no hacen más que practicar la solidaridad musical, por mucho que le duela a una industria que se niega a reconocer que los tiempos han cambiado. Aquellos que reparten el calificativo de pirata a cualquiera que no se deja el sueldo en discos, ¿cómo adjetivarían a los detenidos en la operación Cancionero? Años y años de negocio prácticamente convirtieron a este grupo de estafadores en industria, sobre todo porque usaban los mismos precios que las multinacionales. Los demás, de piratas nada, que cada cedé, ordenador, impresora, lleva implícito un canon, producto en buena medida del fraude con el que se han lucrado individuos como los detenidos ayer.