«A mi marido lo llevaron al matadero»

Julio Á. Fariñas REDACCIÓN

GALICIA

José Manuel Vilas, primero por la derecha en la imagen, frente a Pablo Vioque, primero por la derecha, en una reunión en la Cámara de Comercio de Vilagarcía
José Manuel Vilas, primero por la derecha en la imagen, frente a Pablo Vioque, primero por la derecha, en una reunión en la Cámara de Comercio de Vilagarcía J.L. ÁBALO

Esta semana concluirá en la Audiencia Nacional el juicio contra Pablo Vioque que desveló todas las claves del asesinato del parque de la Mota de Benavente.

16 may 2022 . Actualizado a las 19:24 h.

«Introvertido y muy reservado, de nivel cultural medio-bajo, pero al tiempo de grandes dotes empresariales y decidida iniciativa». Este es el perfil psicológico trazado en su día por la Guardia Civil del empresario arousano José Manuel Vilas Martínez, que en la tarde del 17 de marzo de 1992 fue asesinado en unos jardines de la villa zamorana de Benavente de un tiro a bocajarro en la cabeza. Las indagaciones policiales concluyeron a los pocos meses sin aportar datos que permitiesen determinar la autoría ni el móvil de aquel crimen que desde el primer momento tenía todos los visos de un ajuste de cuentas. Casi once años más tarde Rosa Barreiro Agrasar, su viuda, declaraba por primera vez ante un tribunal, en calidad de testigo. Por razones fáciles de adivinar se cuidó muy mucho de contar todo lo que sabe de esta trágica historia, pero dejó ante la sala un testimonio elocuente que, sin duda, no pasó desapercibido al tribunal ni a los principales personajes que desde el pasado 4 de febrero se sientan en el banquillo con el presunto capo Pablo Vioque: «A mi marido lo llevaron al matadero».Los silencios de Rosa Barreiro y los esfuerzos de Luis Jueguen Vilas, primo de su marido y testigo de excepción de la muerte de Vilas Martínez -le había acompañado en aquel extraño viaje a Benavente y huyó despavorido nada más sonar el primero de los tres disparos efectuados por el asesino-, no han impedido que el juicio contra Vioque y los otros presuntos implicados en el alijo del Dobell cierre uno de los capítulos más negros de la historia del narcotráfico en Galicia. Ajuste de cuentas Las distintas declaraciones efectuadas por testigos e imputados en este juicio han dejado meridianamente claro que lo ocurrido a las cinco menos cuarto de la tarde en los jardines del parque de la Mota de Benavente, a escasos metros del Parador Nacional de Turismo, fue obra de unos sicarios. Habían sido enviados por un cartel colombiano que desde hacía meses intentaba cobrar de la organización que supuestamente lideraba Pablo Vioque la parte que le correspondía de los kilos de cocaína que se habían salvado de un frustrado desembarco de casi dos toneladas efectuado once meses antes en la ría coruñesa de Cedeira. Más citas La del 17 de marzo iba ser una más de las múltiples reuniones celebradas entre ambas partes desde que los colombianos detectaron la entrada en el mercado español de parte de aquella mercancía. Menos de una semana antes, concretamente el 13 del mismo mes, se pudo haber celebrado otra, ya que el propietario de la cafetería Neguri de Benavente, cuando vio la foto de Jueguen Vilas en los periódicos, aseguró haberlo visto en su establecimiento en compañía de otra persona. Pero hay testimonios más directos. Juan Carlos Sotelo Martínez, yerno de El Piturro, confirmó íntegramente en el juicio una declaración prestada en marzo de 1997 ante Garzón, en la que aseguraba que en noviembre de 1991 -cuatro meses antes del crimen de Benavente- había sido enviado por Vioque al Parador Nacional de Puebla de Sanabria, en donde se estaba celebrando otra reunión entre los representantes de los colombianos, Jueguen Vilas y Vilas Martínez.Allí, Sotelo tenía que hacerse pasar por capitán del Dobell y manifestar que se había per dido toda la cocaína. Según su testimonio, el clima de tensión en el que se estaba desarrollando la reunión llevó a Vilas Martínez a sugerirle que se diese la vuelta en el mismo taxi en el que había llegado y que seguía esperando en la puerta para cobrar la carrera.La declaración de José Luis Orbaiz, ex socio y cliente de Vioque y testigo de excepción de algunos conflictos derivados del crimen de Benavente, avalan íntegramente esta hipótesis. Pero el crimen seguirá impune, porque en el banquillo sólo se sientan personas presuntamente relacionadas con el móvil, no con la autoría.