Si va usted a viajar por las autovías gallegas, asegúrese de que lleva en todo momento combustible suficiente para afrontar imprevistos, especialmente si conduce de noche. Aunque hay medio centenar de gasolineras señalizadas en la A-6 y la A-52, entre A Coruña y Vigo y Benavente, sólo nueve -tres en el norte y cinco en el sur (seis si el viaje se hace en el sentido Benavente-Vigo)- están a menos de un kilómetro del indicador que las anuncia. Además, la mayoría cierra a partir de las once, y la mala señalización hace que perderse sea un riesgo a tener en cuenta.
03 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.En la autovía del Noroeste, cuyo último tramo se abrió al tráfico el pasado martes, hay treinta gasolineras señalizadas, es decir una cada diez kilómetros. Parece suficiente, pero el problema es que para acceder a ellas hay que dejar la autovía y circular por la vieja N-VI, donde las indicaciones no son tan exquisitas como las de la moderna y recién inaugurada vía. «La gente viene cabreada y lo paga con nosotros», cuenta el encargado de la estación de Montesalgueiro (A Coruña). Tiene 37 años y asegura que se pasa el día vigilando por si algún camión derriba el cartel de medio metro que señala la dirección que debe tomarse para llegar al surtidor. Estaciones cerradas Y aunque, en general, las gasolineras de la A-6 en la zona gallega están bien señalizadas, en algunos tramos leoneses repostar puede ser una odisea. El conductor se encontrará con que, tras 2,6 kilómetros, la estación de servicio indicada en la salida 382 (Ponferrada Este) está vacía, cerrada y sin indicación sobre alternativas cercanas. Si todavía tiene combustible, retoma la autovía y sigue ruta hacia Madrid, podrá disfrutar de otra imprevista gincana berciana gracias a un cartel que promete otra gasolinera en la salida 372 (Bembibre). En la rotonda, un letrero le enviará, sucesivamente, hacia un polígono industrial, una vía de servicio, una carretera de grava que se convierte en pista de tierra y un túnel bajo la vía del tren que le hará sentirse cual simpática víctima de Inocente, Inocente. Media vuelta. En el único bar del polígono sonríen y responden con sorna al desafortunado rutero que no es el primero que se pierde: «Aquí no hay ninguna gasolinera». En realidad, el surtidor está a cinco kilómetros en sentido contrario, y para llegar hay que cruzar Bembibre y preguntar varias veces. Claro que, si es de noche, el establecimiento estará cerrado, así que, suponiendo que la reserva del coche sea tipo Boeing, hay que tirar hacia Torre del Bierzo, veinte kilómetros más allá, donde, por fin, a cuatrocientos metros del indicador de la autovía, hay nada más y nada menos que tres gasolineras, tres. ¿Por fin? ¡Sorpresa, sorpresa! Están en obras, abrirán en septiembre y la estación más cercana, a cinco kilómetros, cierra a partir de las doce. Al menos, al lado hay un hostal y un teléfono para llamar a la Asistencia en Carretera. Pero no todo son disgustos, y la amabilidad de los agentes de Tráfico del lugar invita a la conversación. «Lo que pasa es que somos muy cómodos, y queremos tener la gasolinera en el sitio y en el momento en el que nos hace falta», comenta un guardia civil mientras rellena un boletín de denuncia -sesenta euros- por señalizar con segundos de retraso un sencillo adelantamiento. No le vale de excusa, claro, que el conductor justifique la infracción asegurando que estaba pendiente de la aguja de la gasolina, próxima ya al cero absoluto. 'Los accesos están muy chungos' Existen dos tipos de usuarios de la A-52: los que circulan por primera vez y se desesperan al no encontrar más que una gasolinera a pie de autovía, y los que ya están acostumbrados a pelearse con los accesos de las estaciones de servicio ubicadas en la N-120 y la N-525. Luciano Jiménez, un camionero que transporta yogures desde Francia a Oporto, habla de sus problemas: «Los accesos a las gasolineras están chungos. Muchas veces el terreno no permite el paso de camiones y eso es una dificultad». Su único consuelo es que la luz de la reserva se encienda a escasos kilómetros del área de servicio Quintáns, en A Cañiza. La primera vez que Francisco García se desplazó desde Madrid a Vigo por esta autovía se enfadó. «No sabía qué gasolineras quedaban cerca, ni cuáles abrían por la noche. Venía mosqueado», explica. En el recorrido Vigo-Benavente hay dieciocho gasolineras indicadas en la A-52. De ellas, trece están abiertas las veinticuatro horas, pero sólo cinco están a menos de un kilómetro de la salida del vial. En sentido contrario, de las veinte estaciones de servicio señalizadas, catorce abren todo el día y cinco están a menos de un kilómetro del enlace con la autovía. Los empleados de las gasolineras cercanas a la A-52 también sufren las consecuencias. «A xente cabréase porque ven un sinal que lles indica unha saída cara un surtidor, desvíanse e danse conta de que teñen que conducir más de oito kilómetros para enche-lo depósito, cando teñen outra saída ó lado; e nós temos que aguantar», comenta José Dacal, empleado de la gasolinera Os Pepes, en Xinzo. Y es que, aunque en Sandiás hay indicador de gasolinera, ésta no existe.