«Mosquera, ¡vaite xa!»

La Voz

GALICIA

06 ago 2000 . Actualizado a las 07:00 h.

José Mosquera Campos, autor de los disparos que acabaron con la vida de Antonio Pérez Pérez y José Ernesto Rodríguez Díaz, sus vecinos de Sober con los que estaba asociado en una promoción urbanística en Gran Canaria, fue destinado a Monforte en la década de los setenta, coincidiendo con la apertura de la comisaría de policía. De entrada, para muchos vecinos resultó difícil acostumbrarse a la presencia de los agentes por las calles de la ciudad, a sus incursiones nocturnas en busca de carnés de identidad entre las parejas que aprovechaban la oscuridad para intimar al pie del Colegio de los Escolapios. Los grises terminarían integrándose sin traumas en la vida cotidiana de unas gentes poco acostumbradas a los sobresaltos. José Mosquera fue la excepción. Los enfrentamientos con vecinos de Monforte e incluso con sus compañeros de la comisaría jalonaron una trayectoria profesional que se caracterizó por su conflictividad desde el primer momento. Al poco de llegar, sus vecinos de Barantes (Sober) se encontraron con las corredoiras de la aldea llenas de pasquines con el rostro del agente acompañados del lema «Mosquera, ¡vaite xa!». El polémico cabo ya se había granjeado sus primeras enemistades. Muchos y serios problemas El reparto de panfletos en su parroquia natal fue sólo el primer episodio de la leyenda negra de José Mosquera, que iría aumentando con los años y aún perdura en la actualidad. «Sempre foi un salvaxe. Tocoulle a esa pobre xente como pudo ser a outra», dice uno de sus vecinos de Sober, muy reticentes a efectuar declaraciones debido precisamente a la peculiar personalidad del supuesto homicida. Los pasquines fueron la respuesta de los grupos políticos más progresistas a unas actitudes que veían «pouco acordes coa democracia». «Houbo moitos problemas con il e moi serios», recuerda un militante nacionalista que fue detenido más de una vez por José Mosquera y que vivió directamente la «persecución que practicou cos membros de determinadas forzas». Al parecer, en la época en que regentaba un bar cerca del Puente Nuevo, poco después de abandonar la policía, José Mosquera esgrimió una pistola ante el piquete informativo que había acudido al local para pedirle que apoyase una de la huelga general convocada por los sindicatos en la etapa de Gobierno socialista. La leyenda negra del agente incluye un episodio similar con el padre de un joven al que supuestamente había infringido malos tratos a raíz de una detención.