La versión cinematográfica del relato de Stephen King es más luminosa, más femenina y más musical. En esta ocasión sí, la película del director Mike Flanagan es mejor que el libro
31 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Por una vez, y sin que sirva de precedente, hay que decir que la película es mejor que el libro. Y eso tratándose de un relato del magnifico Stephen King, que ya debería tener su Nobel, es mucho decir. En esta historia el maestro se aleja del terror para reconstruir la vida de Charles Krantz, Chuck, partiendo de su muerte a los 39 años, víctima de un tumor cerebral. Un relato tierno y un poco oscuro que nos ofrece una reflexión acerca de la vida y la muerte (con algunos toques sobrenaturales, como siempre) y sobre la importancia de la existencia sencilla, esa que cada día llevamos cualquiera de nosotros.
El director Mike Flanagan, que ya había triunfado con series y películas de terror (La maldición de Hill House, Misa de medianoche, La maldición de Bly Manor o El club de medianoche), ha hecho la magia de convertir esta bella historia de tintes apocalípticos en una película todavía mejor. Y lo ha logrado con unas herramientas sencillas pero poderosas: un poco más de luz, un poco más de música y un enfoque más femenino. Pero si eres un lector constante del rey King, de esos que nunca le fallan, no te preocupes, porque a pesar de los cambios introducidos, las escasas 60 brillantes páginas de La vida de Chuck, que se incluye junto a otros relatos en su libro La sangre manda, se traducen muy fielmente en los 110 minutos que dura la película. Son casi dos horas de filme que dan para recrearse con holgura en los detalles del texto original e incluso reproducir al pie de la letra algunos de los párrafos que más nos enamoran de la novela, como la conversación del Chuck niño (Benjamin Pajak) con su profesora (Kate Siegel) sobre el poema Canto a mí mismo de Walt Whitman y su enigmático verso «Yo soy inmenso, contengo multitudes».
Pero el director Mike Flanagan sabe también liberarse de la correa del texto de King y hacer aportaciones propias que nos guían en el misterio. Así, da algunas pinceladas efectistas que parecen extraídas de ese cine de terror que él tanto domina. Sabe ponernos nerviosos con solo hacer pitar de forma sincronizada los monitores de constantes vitales de las urgencias de un hospital o estremecernos con una mirada de angustia hacia una puerta abierta, aunque no podamos ver qué hay detrás. Tampoco se olvida de tocarnos la tecla sensible con monólogos de profundidad que nos hablan al corazón: da igual si es sobre las matemáticas o sobre el medio ambiente.
Pero, pesar de todo, es un película alegre. La música y el baile llenan la historia de vida. Y por momentos parece que Fred Astaire y Ginger Rogers van a salir a escena para compartir unos pasos de baile con ese Chuck adulto (Tom Hiddleston) que se libera de las ataduras de su vida gris como contable y baila al ritmo de una artista callejera (que por cierto, en el libro es un chico) haciendo pareja con Annalise Basso. Un baile que los dos actores ensayaron durante ¡cincuenta días! Un trabajo que ha dado sus frutos: la escena es uno de los momentos más luminosos del filme.
King, siempre retorcido, escogió empezar a contarnos la historia por el final y Flanagan mantiene esta arriesgada apuesta. También reproduce la estructura de tres actos del libro (¡Gracias Chuck!, Músicos callejeros y Contengo multitudes) aunque nos lía todavía ¡un poco más! al dejar que algunos personajes salten fuera del sitio que les corresponde. No te preocupes, te encantará descubrir a esa dulce chica en patines o volverte a encontrar con el profesor de instituto Marty Anderson. Aunque te desconcierte.
Pero el mayor cambio llega cuando Flanagan se apunta al poder femenino: las mujeres tienen en el filme más protagonismo y ocupan más espacio, tienen más voz en la versión para el cine. No podía ser de otra manera. Así, podremos conocer el punto de vista de Felicia (Karen Gillan), la enfermera y exmujer de Marty (Chiwetel Ejiofor) sobre lo que está pasando: la proximidad del fin del universo y su extraña vinculación con la inminente muerte de Chuck. Su angustia y su soledad nos conmoverán. También dará más espacio a la esposa del moribundo Chuck (Q'orianka Kilcher) o a la señorita Rohrbacher (Samantha Sloyan), profesora de baile del niño Chuck. Y hasta convierte, como ya te dije, al joven batería que pone música en la calle a la escena estelar de baile del filme en una mujer (Taylor Gordon). Cambios pequeños pero que dan nuevos destellos a esta fábula imposible que ideó Stephen King.
Si esta adaptación al cine de King te enamora, que lo hará, prepárate, porque pronto habrá otra y además se basará en una novela corta que también se incluye en La sangre manda. El director mexicano Isaac Ezban adaptará La rata, una retorcida historia sobre la obsesión creativa y los peligros del delirio. Empieza a leerla.