Esto es lo que pasa si te quedas todo el día en la piscina

FUGAS

Una mujer se siente indipuesta (está casada y tiene dos hijos) un día de noviembre y decide saltarse la agenda para darse un baño que dura todo el día. Eso lo cambia todo. «Golpe magistral» es un chapuzón refrescante de Jessica Anthony en las aguas estancadas de los «felices años 50», cuando todas las familias eran felices, con secretos en el fondo de la piscina

12 jun 2025 . Actualizado a las 00:09 h.

Carnicera en Alaska, masajista sin licencia en Polonia, secretaria en San Francisco. Esas tres cosas ha sido Jessica Anthony, autora de ¡Que entre el oso hormiguero! (2021) y de este Golpe magistral que salpica de ingenio. Va por la segunda edición en dos meses, y hace honor a su título.

Leer esta novela es tener el hueso de una cereza en la boca. Anthony la escribió, cuentan, mientras vigilaba un puente de Eslovaquia. La historia también es un puente, de lo que pudo ser y no fue, del deseo al desencanto, de la infidelidad y la mentira a una verdad que no es de anuncio.

Kathleen Beckett es la mujer que se da, indispuesta y con marido y dos hijos, un chapuzón que lo cambia todo. Ese baño (de realidad) es el tema del relato, y el punto y aparte de una vida sobre el tapiz de ese día de principios de noviembre de 1957 en que el Sputnik 2 viajó al espacio con la pobre perrita Laika.

Como advirtió Mary Shelley, lo que cambia nuestro destino tiene su origen en hechos intrascendentes. Anthony sitúa lo intrascendente, en lugar de a orillas del lago Leman, en la piscina de una urbanización a las afueras de Newark.

Es noviembre. Un bochornoso día que hace sudar al otoño. Esta ama de casa aparentemente tranquila, como esa infortunada perrita que lanzan al espacio exterior, que dejó una carrera en el tenis para casarse y cumplir el ideal de «familia feliz» de los 50 decide ponerse el bañador de licra cedida por la dejadez del tiempo y saltarse ese ansioso tedio de la agenda del día (misa, cocina, el recuerdo de un primer amor, la sospecha del desliz de su marido...). ¿Para qué? Para tirarse a la piscina y quedarse a remojo, para darse un baño que incomoda hasta el extremo a su marido y que amenaza con ahogar toda la propaganda de una época y un estilo de máximos con muchos seguidores. Demasiadas víctimas. Salen a flote en esta novela, con un golpe de pierna de esa literatura que refresca despachando hitos olímpicos y es una forma de rebeldía que ha dado de sí por el paso del tiempo, como ese viejo bañador de licra que ha perdido la pureza del color y la tensión de los tirantes.

¿El nadador de Cheever? Algo así, pero en una sola piscina.

Con algo parecido esa idea de rebajarle el postureo a un estilo de vida, Jessica Anthony ha escrito una gran novela de 200 páginas, una intimidad en la que da gusto quedarse flotando todo el día.