
Tres extremeños crearon en una antigua estación «La Revolá», que mezcla el rock con el pasodoble, el flamenco y la electrónica
23 may 2025 . Actualizado a las 12:19 h.Barrio madrileño de Moncloa. Un día cualquiera. Carlos y Juan salen, como tantas otras tardes, a tocar un rato el cajón y la guitarra. A unos chavales les gusta lo que hacen. Al rato, les preguntan: «¿Cómo os llamáis?». «Sanguijuelas del Guadiana», improvisa Juan Grande (Casas de Don Pedro, Badajoz, 1999). «Salió de cachondeo, en un arrebato. Pero tiene su sentido: por nuestro pueblo pasa el Guadiana y, de chicos, cuando íbamos al río, nuestras madres nos decían que tuviéramos cuidado con las sanguijuelas». Su pueblo es Casas de Don Pedro; está en la comarca extremeña de La Siberia, provincia de Badajoz. Y significa todo para Carlos Canelada, Víctor Arroba y Juan, los integrantes de este grupo de música anélida. Una combinación de estilos, con el rock como base, que absorben flamenco, electrónica y el folklore extremeño, entre otros. «Combina lo tradicional con lo moderno, por lo que la gente joven y mayor se puede sentir identificada», explica Juan. El 15 de mayo salió del cascarón La Revolá, su primer disco. Es el fruto de un encierro artístico en lo que era una vieja estación en Malpartida de Cáceres. Las letras cuentan —en orden cronológico— su propia historia. Desde los idílicos veranos en su pueblo a la impotencia de tener que irse para buscarse un futuro. Y la catarsis de sus vidas guadianescas: su proyecto era más que viable en su Casas de Don Pedro. Su gira, llamada Verbena en vena, refleja una agenda ajetreada que tendrá la semana que viene cuatro paradas en Galicia: Santiago (29 de mayo), Vilanova de Arousa (30), Ourense (31) y Pontevedra (1 de junio). Volverán dos veces más antes de acabar su periplo: al festival burelense Osa do Mar (del 5 al 7 de septiembre) y a Vigo (17 de octubre).
Cuatro momentos en un disco
«Todos los veranos que pasamos en la brecha, no hay calle del pueblo que se quede sin pisar», cantan en la rumbera La brecha. «Esta primera etapa habla de los veranos, de la alegría de estar en libertad correteando por el pueblo», explica Juan. Eran sus inicios en la banda municipal, cuando ninguno tocaba el instrumento que suena hoy en las Sanguijuelas. David, el bajista, tocaba el saxofón. Carlos, cantante y guitarrista, la batería. Y Juan, a tres bandas entre teclado, guitarra española y voz, se dedicaba a la percusión. Aquellos pasodobles y marchas de Semana Santa, que tienen o tendrán más ecos en su carrera, dieron paso a los primeros ensayos en la cochera de Carlos. «Nos pusimos a destrozar canciones, básicamente», recuerda Juan. Entre ellas, algunas de La Raíz. Los jóvenes extremeños fueron sus teloneros en abril en Málaga. «Les hemos escuchado mucho y nos hizo mucha ilusión», asegura Juan.
Segundo capítulo. «Es mi castigo, no ver mi sitio», cantan en Quiere parecer, una especie de pasodoble electrónico. «No es una etapa fácil. Ves que tus amigos se van yendo, y que no puedes dedicarte a lo que quieres», asegura Juan. Ellos también se fueron. Él y Carlos a Madrid, y David, a Cáceres. «El consuelo es volverte los viernes y estar con tus amigos y tu familia. Y el domingo de vuelta a las capitales», cuenta. Su éxodo les valió para barruntar el tercer episodio de La Revolá, con una sentidísima Llevadme a mi Extremadura entre sus temas. Las complicaciones para ensayar y la dificultad para abrirse un camino fueron claves para explicar su decisión. Volverían a casa y, desde allí, darían vida a su proyecto. Es el verano del 2023 y su cierre de filas en Malpartida de Cáceres. Hoy ensayan en una antigua discoteca del pueblo. «El cierre es La Revolá [canción]. Nos damos cuenta de que para nosotros es importante el pueblo y tiene sentido hacer el proyecto desde aquí», razona Juan.
El pasado verano cumplieron un sueño: tocar en las fiestas de agosto, con todo abarrotado. «Desde chicos siempre habíamos pensado lo guapo que estaría tocar ahí. Se puso la plaza a reventar. Fue una alegría tocar delante de tanta gente que conocíamos. Fue un momento mágico».
Después vendrá el invierno y en el horizonte de las Sanguijuelas está una turné por su querida Extremadura. «Queremos hacer una gira de salas y lo estamos viendo negro. Estamos pensando en hacer algunos conciertos en discotecas grandes, donde aún no se ha hecho algo así», asegura. Su ejemplo, quizás, sirva para que más músicos del campo extremeño den el paso: «No hemos tenido un referente, pero esperemos que proyectos futuros puedan decir que los Sanguijuelas lo han hecho desde su pueblo y no les ha ido mal».