Nadie representa con tanta dignidad, solvencia, carisma y actitud como Carlos Tarque el paradigma de roquero de vieja escuela. El 11 de enero actúa en Santiago con su proyecto en solitario
03 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.De él dijo Pau Donés que era el mejor cantante español de rock de la historia. Y no lo es solo por su voz. Tanto con M Clan como, de unos años a esta parte, con su proyecto en solitario, que firma con su apellido, Tarque es el paradigma de la actitud, el compromiso y la fidelidad a un sonido ajeno a tendencias —el del rock— y a una manera de entender la música y la propia vida.
En Tarque, con el guitarrista Carlos Raya como algo más que fiel escudero, el cantante de ascendencia gallega recrudece su sonido, tornándolo más áspero y afilado que en M Clan. También se afilan (y enfilan) sus letras y se rasga aún más su voz. Vol. 2, el segundo disco que firma con este proyecto, es la prueba irrefutable de que había más —y puede que incluso mejor— Tarque que el de M Clan. El 11 de enero lo presenta en la sala Capitol de Santiago.
—La gira navideña de Tarque (o de M Clan) ya empieza a ser también un clásico de estas fechas.
—A mí, que no lleno estadios, me interesa vender entradas y hacer mis conciertos en unas fechas en las que la gente hace regalos y quiere fiesta.
—¿Eres de espíritu navideño?
—No, no. Yo no tengo árbol de Navidad, ni pongo ninguna luz en casa. Voy a ver a mis padres a Ponteareas por aquello de que mi madre, si no vas, se mosquea. Pero la Navidad me la bufa. Tampoco es que sea un detractor. Pero es verdad que me da un poco igual. Y esa cosa de la cena de empresa con el gorrito, me parece detestable.
—Lo cierto es que sin llegar a ser un tipo que va a contracorriente, sí que da la sensación de que eres poco amigo de los mitos y de los tópicos.
—Hay muchos tópicos que lo son porque son verdaderos, pero no tienes necesariamente que aferrarte a ellos. Por ejemplo, hay mucho más que quedarte en lo de que el roquero tiene que trasnochar e ir en moto.
—¿Ya no trasnochas?
—Es que ahora, cuando salgo alguna noche de fiesta, al día siguiente ya no es que tenga resaca, es que me pongo enfermo. Ya el cuerpo te dice: «Tío, no lo intentes más». Y como tengo bastante curro, mejor dejar de lado los tópicos del rock and roll y sacar adelante todas las cosas.
—¿Es «Vol. 2» el disco más comprometido y con más denuncia política y social que has hecho en tu vida?
—Yo creo que hay más rabia que denuncia. Porque si me pusiera a denunciar, con todo lo que veo cada día a mi alrededor, tendría que estar soltando insultos desde la primera letra hasta la última. Está claro que entre las emociones que yo expreso en mis canciones está la frustración de vivir en un mundo injusto. Y el rock es un buen vehículo para manifestar esa rabia, porque tiene esa, entre comillas, violencia sonora que es propicia para acompañar eso. Pero yo no quiero basar mi arte en la denuncia, porque sería muy frustrante. Creo que también hay cosas muy positivas en la vida y me gusta hablar también de otro tipo de emociones.
—¿Crees que falta denuncia y compromiso en la música actual?
—A ver, yo crecí en una generación en la que los grupos de rock eran reivindicativos: La Polla Records, Barricada, Leño... Si montabas un grupo que no tuviera denuncia social, te tachaban de superficial. Y yo tengo asumido, casi como una obligación, que hay que reivindicar más allá de lo personal. Ahora escucho grupos que no dicen nada y me parecen un poquito inofensivos. De repente digo: «Tío, igual tu vida es rosa, pero la de mucha gente no». No te digo que tengas que ser Evaristo [el cantante de La Polla Records] pero describe alguna situación incómoda. ¿Sabes algo de lo que está pasando a tu alrededor? Pues casi todo está mal.
—Hay una canción en este disco, «He vuelto para veros arder», que conecta mucho con aquel rock urbano y pandillero de los 80.
—Es que yo conecto mucho a nivel de sonido con el rock de los 80. Pero más que con el pandillero, cuando la escribí yo pensaba en Billy Idol, en Mötley Crüe..., en algo así, americano, macarra, de carretera. Como esas pelis de serial killers.
—Da la sensación de que ahora trabajas y cuidas mucho más las letras.
—Hombre, en M Clan también hay letras con mucho mundo. Pero sí, claro, si comparamos Carolina con Bombas en son de paz, pues parecen letras de dos bandas diferentes. Pero es que yo creo que tienes que tener espectro para todo. Además, el tipo de música que hacemos con Tarque me lleva a otro tipo de letras. A veces incluso creo que demasiado serias. En cualquier caso, me cuesta mucho escribir letras. Es un poco mi piedra en el zapato. Pero es que yo soy cantante, no soy letrista.
—Y qué bonita la figura del cantante de banda. Parece que es algo que ya no se reivindica.
—Sí, es cierto que la figura del vocalista estuvo más de moda en otro tiempo. Ahora en los grupos hay pocos vocalistas, como tal, que solo canten. Casi todos tocan también la guitarra. Puede ser que suene o que parezca algo antiguo, no lo sé.
—Te he escuchado decir que todo lo moderno te sonaba a hecho. ¿En el rock está ya todo inventado?
—Es que el rock es un lenguaje ya muy trillado. Eso no quiere decir que no vaya a aparecer una evolución, o a conjugarse con otros lenguajes como la música electrónica o el hip hop. Pero desde luego, el rock que viene del blues ya está muy trillado. Lo cual no significa que no funcione. Yo puedo ir a ver una banda que sé que no me va a sorprender, pero si tienen un buen show y tocan bien, pues genial. A mí no me importa que ya esté hecho. Pero lo que está claro es que la juventud no está en el rock. Ya le suena a una cosa antigua.
—¿Cómo te sientes en este nuevo modelo de festivales eclécticos? Recuerdo que en el PortAmérica de hace un par de años tocabais M Clan, de inmediato Bad Gyal y después Loquillo.
—Es verdad que es raro, sí. A mí que se mezclen estilos no me parece mal. Yo he ido a festivales en los que he descubierto grupos que de motu proprio nunca habría ido a ver. Y eso está bien. Pero igual nos hemos pasado ya del eclecticismo. Creo que las programaciones de los festivales deberían tener un mínimo criterio. A mí que toque Raphael y después Def Con Dos, llámame prejuicioso si quieres, pero me parece un disparate. Es cierto que los chavales de ahora tienen muchos menos prejuicios de los que teníamos los roqueros, los indies o los mods. Hay gente a la que le puede gustar Raphael y Motörhead. ¿Por qué no? Pero a mí, me cuesta.
—Tu nuevo sencillo, «Maldigo», es una canción grabada en directo. ¿Es una declaración de intenciones?
—A veces parece que todo lo que hacemos es para demostrar algo y no es así. A mí no me gusta mucho estar todo el rato hablando del pasado. Eso no quiere decir que yo no pueda sacar un álbum en directo para un público que todavía tiene ese tipo de discos como algo que forman parte de nuestra educación. Pero todos esos conceptos están mutando. A un chaval de hoy en día le importa una mierda que toquen músicos en directo. Rosalía no lleva músicos en el escenario y a sus fans no les importa. Les daría exactamente igual si Rosalía sacase un disco en directo. Es más, seguro que no les gustaría porque sonaría peor.
—Dices en «Lluvia de abril» que la música te salva. ¿De qué?
—De una vida peor, del hastío... La música, aparte de salvarme la vida porque vivo de ella, le ha dado un sentido a mi existencia.
—¿Tienes planes con M Clan?
—No. En el 2025, cuando termine la gira de Tarque, voy a parar durante un tiempo. Para hacer un viaje o para no hacer nada. En el 2026 haré una gira con M Clan para vivir de ello, pero no haremos temas nuevos. No estamos Ricardo [Ruipérez] y yo por la labor de componer juntos. Estamos un poco distanciados. Eso no quiere decir que estemos separados ni peleados. Simplemente, que nuestros conceptos musicales están alejados.
—Eres de ascendencia pontevedresa, ¿crees que tu sangre gallega aflora por alguna parte en tu música?
—No sé si es la sangre, pero cuando voy a Galicia encuentro unas raíces que, de una u otra manera, sí que están en mi vida. No te sé decir en qué sentido. Porque en Galicia he vivido muy poco. Solamente los veranos, de chaval. Yo vivo en el Levante desde hace mucho tiempo, pero nunca me he sentido del todo de aquí. No tengo la sensación de pertenecer a ningún lugar. Sin embargo, quiero a todos los lugares que forman parte de mi vida. Cuando voy a Murcia, donde me crie, me siento bastante de allí, pero no lo soy. Cuando voy a Galicia, me siento bastante de allí, pero tampoco lo soy. Antes, cuando era más joven, me inquietaba esa sensación de desarraigo, de quién soy yo. Ahora ya no. Yo soy yo y ya está. Creo que voy a seguir siendo un nómada toda mi vida.
SANTIAGO. SALA CAPITOL. SÁBADO 11. 27,75 EUROS