Ginebras: «Si te pones con metáforas, la gente desconecta»

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Ginebras
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Su música, su actitud y su ironía las ha llevado a destacar entre esa nueva generación de grupos que encabezan festivales. El sábado, en el Caudal Fest de Lugo, exponen sus credenciales

20 sep 2024 . Actualizado a las 10:02 h.

En solo cinco años Ginebras han sido quien de ganarse un lugar privilegiado en la competitiva escena festivalera española. Y lo han hecho con una propuesta, a priori, arriesgada y sin apenas concesiones. Con un sonido a caballo entre el pop guitarrero y el punk enrabietado. Con una frescura y un descaro impropios de quien aún brega por abrirse camino. Y con unas letras para nada ajenas al compromiso, pero que ellas entregan envueltas en una locuaz ironía. Ginebras son —junto a Amaral, Viva Suecia, Mikel Izal y Arde Bogotá— uno de los platos fuertes del Caudal Fest, que este fin de semana se celebra en Lugo. Ciudad por la que hace un mes pasó Sandra Sabater, guitarrista de la banda, en su periplo desde Oviedo hasta Santiago por el Camino Primitivo. Cuando pasé por Lugo pensé: «¡Cómo es la vida! Ahora estoy aquí en un albergue de mierda y dentro de un mes estaré tocando en un festival con miles de personas».

—¿Echas de menos a veces esa sensación de anonimato y soledad?

—Absolutamente. Lo del Camino era una paz... No me paró nadie. Era una absoluta desconocida. A ver, que a mí también me gusta que me pare la gente y hacerme fotos, pero de vez en cuando también apetece un poco esa soledad.

—En vuestra última entrevista en La Voz decíais que en el escenario no lo pasáis tan bien como parece. Fue algo me llamó mucho la atención.

—El 85 % de las veces sí que lo pasamos bien, pero es inevitable que en ocasiones surjan problemas, que siempre intentamos que no se noten. La gente ha pagado una entrada para verte y no vas a hacer que estén incómodos. Ahí es cuando sacas más tu parte de profesionalidad. Pero bueno, como cualquier artista en escena.

—Vosotras ya erais amigas antes de tener el grupo. Alcanzar el éxito o llegar al nivel que vosotras estáis, ¿genera tensiones?

—Nosotras vivimos un poco como en una montaña rusa y creo que eso se percibe hasta en nuestro disco. Magüi y yo ya éramos uña y carne en la universidad, después empezamos a vivir en la misma casa y ahí fue cuando surgió la idea de montar el grupo. Entonces, yo convivo con mi colega de banda, mi mejor amiga y mi compañera de piso. Así que cualquier conflicto, al tener juntos todos esos ámbitos, contamina uno a otro. Pero no dejan de ser conflictos normales. Sobre todo porque en Ginebras somos cuatro cabezas pensantes. No hay una líder que lo defina todo. Las cuatro tenemos el mismo porcentaje de decisión sobre la banda. Pero para resolverlos, tenemos una coach. Cuando estamos mal, antes de discutir o de pegarnos unos gritos, la llamamos y que ella medie. ¿Hay discusión? Sí, pero hay una persona en medio que evita que nos tiremos de los pelos.

—Decía Jeneseipop que vuestros discos y vuestros conciertos son «como una fiesta de pueblo».

—Eso es un piropazo. A una fiesta de pueblo, tú vas a divertirte y a pasártelo bien y eso es precisamente lo que nosotras queremos transmitir en directo. Lo que no nos gusta es que en algunas fiestas de pueblo la música ya es lo de menos.

—Con vuestro tuit sobre la falta de atención a determinados grupos en los festivales la liasteis parda el año pasado. ¿Habéis notado algún cambio en la situación?

—Hace dos semanas estuvimos en el Vive Latino, en Zaragoza, y allí volvió a actuar Trueno, que fue quien actuó después de nosotras en O Son do Camiño, y ocurrió lo mismo. Volvía a haber gente que lo que estaba era reservando sitio delante para ver después a Trueno. ¿Cuál es la diferencia? Que en Santiago la gente estaba de espaldas y en Zaragoza por lo menos nos estaban mirando. ¿Se lo estaban pasando bien? Lo dudo, porque tenían una cara de mustios que te cagas, pero bueno, al menos estaban mostrando un poco más de respeto. Tras el enfado en O Son do Camiño, aprendimos la lección: no todo el mundo puede estar atento a ti. Así que simplemente con que haya un poco de respeto, nos conformamos.

—¿Falta sentido del humor en la música actual?

—Hay canciones con mucho sentido del humor, pero lo cierto es que los grupos que están triunfando ahora mismo lo hacen fundamentalmente con historietas de amor y de rabia. Últimamente, hay mucha rabia y mucha queja todo el rato.

—Vosotras también habláis de cosas muy serias aunque le metáis pinceladas de humor...

—Es que yo creo que la crítica o temas como el de la salud mental entran más fácil cuando le metes por medio alguna bromilla o algún elemento cotidiano, más del día a día. Es que si te pones con tanta metáfora, al final llega un punto en el que desconectas, porque tienes que estar muy pendiente. Hoy el público no te aguanta la atención más de cinco segundos.

—Shego, Pipiolas, Cariño, Ginebras... No ha sido para nada frecuente en la escena musical español tener tantos grupos femeninos en primera línea. ¿Hay algún patrón común entre vosotras?

—Yo veo muchas diferencias entre nosotras. Si acaso, sí que todas tenemos en común un puntito de rabia. Supongo que es porque, al final, todas hemos nacido como bandas en un contexto donde tenemos que luchar más que una banda masculina. Y, obviamente, esa lucha se va a ver reflejada en nuestras canciones y en nuestro estilo.

—Un estilo, por cierto, que pone el foco en la guitarra y en la actitud guitarrera.

—Sí, eso lo teníamos bastante claro desde el principio. De hecho, espero que en el tercer disco podamos encontrar exactamente el sonido que queremos, que es más parecido al directo, donde le damos bastante más caña. Aunque metamos sintetizadores y cosas de por medio, lo que queremos es que aporten, no que sustituyan a las guitarras. El sonido que nosotras mamamos es el de Oasis, el de los Beatles y el de los Red Hot Chili Peppers..., y ese poso siempre queda.