Cómic asiático que abre las ventanas

FUGAS

Creadoras coreanas entran al mercado con historias de supervivencia emocional y traumas históricos, los que otro dibujante japonés acompaña de humor familiar. Todo en primera persona

12 abr 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La línea artificial del paralelo 38 sirvió para partir política y emocionalmente Corea en 1948. No es difícil advertir el impacto que provocó aquella decisión, que se arrastra casi 80 años después. Familias rotas que no han vuelto a saber los unos de los otros, niños que se quedaron sin padres por el camino, y vidas reconstruidas a cientos de kilómetros del hogar, tras la estampida del norte al sur.

La herida se intentó suturar desde el silencio, de puertas hacia dentro. La espera contribuye a abrir las persianas y exteriorizar ese drama. Está narrado en una supuesta primera persona, con el testimonio de la madre de la dibujante, mezclado con el relato de otros que vivieron aquel desgarro. Pónganse en situación: hermanos separados en el éxodo, que no se han visto en 70 años, que se buscan en cuanto se abre una oportunidad diplomática (un programa entre Corea del Norte y Corea del Sur), que se reencuentran y se observan como extraños. Y que al despedirse tienen la certeza de no volver a verse nunca más. De nuevo, separados por el paralelo 38; cada uno a la trinchera que les han impuesto.

Keum Suk Gendry-Kim compone todo esto con saltos en el tiempo y una sensibilidad y proximidad extraordinarias. Aprovecha para introducir debates contemporáneos universales, como la soledad no deseada o la vejez. Keum es una de las creadoras jóvenes más interesantes del cómic moderno, autora de otro monumento narrativo, Hierba, alrededor de las violaciones de soldados japoneses a jóvenes coreanas durante la Segunda Guerra Mundial. Memoria desde el otro lado del planeta, con el acierto suficiente para que no se pierdan en Europa claves que expliquen esta historia expuesta en blanco y negro y sin grandes alardes estilísticos.

 Desde Corea, o desde Estados Unidos, o desde ambos, o desde ninguno de esos territorios, llega En el limbo, afortunada traducción de la primera novela gráfica de Debb JJ Lee. Otra sorpresa desconocida. Otro trabajo para romper estereotipos y aproximarse a una realidad complicadísima, narrada de nuevo en primera persona: la de quien no termina de encontrar su sitio, desubicado en un territorio al que, sentimental o familiarmente, tiene que engancharse. Le pasa a Deborah (se entiende que la propia creadora), una surcoreana llegada a Estados Unidos de niña con su familia, que se expresa en inglés con sus padres, que quiere ser profundamente americana, pero cuyos rasgos físicos —empezando por el párpado sin doblez, algo que parece una estupidez, pero que es determinante para ella— la expulsan de muchos círculos sociales. El dibujo es vaporoso, y el relato tiene una cierta épica juvenil, pero, alejados prejuicios, se lee con mucho interés por el tenso relato interior que explica la protagonista.

 Torpe de nacimiento tiene otras claves. Es una historia de humor familiar, de nuevo narrada desde la propia experiencia del creador, Yaro Abe, sobre los años de infancia en un pueblo de Japón en los años 60. Una sucesión de anécdotas dibujadas con cierta agilidad por un tipo que llegó al cómic ya maduro, superados los 40. Es un agrado (aunque obligue a leerlo con el formato manga, de atrás hacia delante) porque debajo de una historia liviana —las andanzas de un chaval manazas— hay un retrato atrevido sobre la cara b de tradiciones niponas, usos y costumbres de una sociedad bien conservadora.