Javier Veiga: «¿Quién no formó parte de un triángulo amoroso con 18 años?»

FUGAS

XOAN A. SOLER

El gallego estrena hoy «Amigos hasta la muerte», protagonizada por Marta Hazas, Xosé A. Touriñán, Fele Martínez y Xoel López, que debuta en el cine

22 sep 2023 . Actualizado a las 09:02 h.

Dice Javier Veiga (O Grove, 1973) que no recuerda una conversación «en serio» con su familia, lo que no quita que no hablen «de temas serios», pero desde el humor. «He crecido siendo capaz de hacer una broma de todo lo que ocurra. Hay gente a la que le choca, pero es mi naturaleza», señala el director, que hoy estrena su ópera prima, Amigos hasta la muerte, una comedia que aborda un tema tan trascendental como la muerte. Una película que ha rodado en Galicia, «porque claramente es una historia gallega», que maneja dos temas principales: «La retranca que necesitas para reírte de la muerte de este manera, y esa morriña nuestra, esta cosa aparentemente triste, que no es tristeza, sino una nostalgia alegre, un carácter con facilidad para la risa, pero también para la lágrima». 

­—¡Cuántas preguntas para reflexionar!

—Efectivamente, muchas que te hacen por lo menos darle una buena pensada y una buena charla con quien vayas a verla.

­—Has comentado que lo más complejo ha sido abordar la muerte sin dramas.

—Para mí, es una cuestión personal, de haber aceptado la enfermedad o la muerte cercana de una manera no dramática, entender que es parte de la vida y que debes seguir siendo la persona que eras, y vivir igual, porque nos toca a todos, y antes o después más o menos cerca, y ser capaz de entender que eso no hace que la vida tenga que cambiar, que no puedes perder la sonrisa... Ser capaz de plasmar eso en una historia de ficción era un reto, terapéutico, incluso.

­—¿Te has visto reflejado en alguna de las situaciones que se dan en la peli?

—No exactamente, no es biográfica en cuanto a historia, sí en lo emocional, porque me gusta escribir de las cosas que me afectan y preocupan, solo que cambias el decorado y los personajes para no hacer un psicodrama. Algunas cosas me han ocurrido de forma parecida, y otras menos.

­—¿Se puede contar alguna?

—Hay historias de amores cruzados, que hacen referencia a la época universitaria, y yo creo que ahí toda mi generación, ahora parece que más todavía, ya experimentábamos eso del poliamor. Con 20 años confundías los sentimientos, te enamorabas de todo lo que pasaba y de toda la gente que había cerca de ti. El amor, la pasión, la sexualidad..., todo eso era un tótum revolútum de sentimientos, que acababas confundiendo, y no sé si tríos, pero triángulos los hemos vivido todos.

­—¿Pero de pelearte con un colega por una chica?

—Claro, ¿quién no? No llegar a pelearte, o igual uno no lo decía o no llegaba a confesarlo, o lo sufría en silencio y nunca se supo... Pero que levante la mano quien no ha vivido relaciones a tres bandas entre los 18 y los 20 años.

­—Para el reparto has tirado de agenda... ¿Te ha costado mucho convencer a Xoel?

—Era una historia de amigos, y hacerla rodeada de amigos ha sido maravilloso. Que seamos de verdad un grupo de amigos traspasa la pantalla. A mí me gusta trabajar con la gente que conozco y con la que me entiendo tanto personal como profesionalmente; con Touri he hecho muchas cosas, con Marta, por supuesto, con Fele también, y con Xoel... Estaba convencido de que me iba a decir que no, así que pensé: «Le digo las dos cosas, la música y lo de actuar, y no me va a decir que no a las dos». Pero se prestó. No sé cuánto de arrepentido estará...

­—Le has cogido el gustillo a esto que parece fácil, y tiene pinta de ser bastante complicado, de escribir, dirigir, interpretar...

—Llevo haciéndolo mucho tiempo, con la serie Pequeñas coincidencias, también con mis cortometrajes, es complejo, casi esquizofrénico, pero a mí es como me gusta contar las historias. Incluso me parece natural, este oficio se inventó así, con alguien que quería contar una historia y se subía a un sitio y lo contaba, no había esta especialización. A mí es como me gusta trabajar, y mientras me lo permitan, que no es fácil, ni hacerlo ni que te dejen hacerlo, lo haré.

­—¿Cómo es dirigir a tu mujer?

—Cuando llegamos al trabajo no somos pareja. Marta dijo hace poco que es como jugar un partido de tenis a dobles, y es verdad, estás concentrado en ganar el punto, no pensando: ‘Cariño, dale tú a esa bola... o del revés'. Se te olvida por completo que quien está a tu lado es tu pareja.

­—Pero si hay que decir algo, se lo dices...

—Claro, yo soy el director de la película, lo otro sería un disparo en un pie. Es una actriz más.