—¿La salud sexual de las mujeres es aún algo secundario en la medicina?
—Sí. En mi caso, con la endometriosis, iba a pedir cita por la Seguridad Social y me daban para dentro de seis meses. Y yo lloraba y pensaba: «No puedo vivir con este dolor». Es muy frustrante.
—Nos advertiste hace poco que la sexualidad femenina está en la Edad Media.
—Sí, pero va avanzando, cada vez se habla más de ella. Y creo que en esto han ayudado las redes sociales, que han creado una red. Me escriben muchas mujeres preguntando por temas como la endometriosis o por la reproducción asistida. La infertilidad es un tema tabú, el gran tabú de la maternidad. Una mujer que no es fértil no se ve válida, manda ese concepto de que estamos hechas para procrear. A mí me salvó hablar de ello. Hablarlo fue lo que me mantuvo cuerda.
—¿Hay, como cuentas en este libro, una web danesa donde se puede comprar esperma a la carta por 300 euros?
—Sí, y te mandan a casa una jeringuilla cargada con el esperma para que te lo inyectes. Puedes escoger al donante. Yo encontré uno del que decían: «Se parece a Jake Gyllenhaal».
—¿Lo mejor que encontraste en el camino a la maternidad?
—El respaldo de mis amigas.
—¿El momento más difícil que pasaste?
—El momento más duro fue cuando me hice la estimulación hormonal por primera vez y el doctor me dijo que me tenía que olvidar de ser madre con mis óvulos. Me derrumbé, llamé a mi madre, y ella me dijo: «No pasa nada si no eres madre». Pero sí pasaba... Volví a intentarlo y funcionó.
—¿El momento más difícil?
—El realizarte, tener éxito profesional, hace que vayas postergando la maternidad. Si quieres ser una mujer independiente, parece como que la maternidad no entra en tus planes. Tenemos que tener facilidades para compaginar las dos cosas.