Todas las plantas de Emily Dickinson

Mercedes Corbillón

FUGAS

cedida

08 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Siempre me ha gustado la llegada del otoño, dejar atrás el verano con sus estridencias y la felicidad de los demás, absorber el olor a tierra mojada que en el diccionario de palabras extrañas llaman petricor, oír el estruendo de la alegría concentrada y breve de los recreos, subir la manta en el sofá y sentir la suavidad del aire cargado de nostalgias.

En C. ya no quedan golondrinas ni turistas ni barcos veleros. Uno autóctono y de mástil negro espera el invierno sobre el cemento del puerto con sus velas arriadas. En la playa del Prado solo quedan las algas que traen las mareas de septiembre y las conchas de molusco que ignoran las gaviotas. A veces la orilla y la vida son un depósito de descartes.

Desde mi terraza veo el temblor del mar, su naturaleza ofuscada y turbia batirse contra las vertientes. Mis petunias agonizan y las begonias huelen a sal. Morirán pronto, así que vengan los primeros vientos a azotarlas.

Las plantas nos recuerdan la fugacidad de la vida, y también su belleza. Será por eso que conviene tenerlas cerca.

Quizás haga como Emily Dickinson y deje mi atalaya para salir al campo a recolectar muestras de la naturaleza que se pasa la vida ofreciéndose. Ella tenía solo catorce años cuando recogió y clasificó más de cuatrocientas especies de flores de los alrededores de su casa de Amherst, la misma de la que no saldría los últimos quince años de su vida. Prensó las muestras con curiosidad científica y seguramente también con la intención de perpetuar la belleza, después de todo, era una niña poeta. Ese herbario original está en una biblioteca de Massachusetts catalogado como libro raro. No es un libro raro, sino precioso, el que ha editado Yalodijocasimiroparker con el herbario y una recopilación de los poemas más botánicos de la americana, además de una guía que enlaza los versos con las especies mencionadas. Como dice una lectora, es tan bonito que dan ganas de abrazarlo.

A quien abrazaré será a las poetas de Apiario, que me lo han mostrado y que siempre llegan envueltas en versos y belleza.