Míriam Tirado, autora de «El hilo invisible»: «Hablamos poco y mal de la muerte con los niños»

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Acaba de publicar un cuento que habla sobre los vínculos que nos unen y que está siendo un éxito de ventas

20 nov 2020 . Actualizado a las 09:13 h.

Asegura que los niños comprenden mejor a través de los cuentos, «porque ven cosas que les resuenan dentro». Por ello, Míriam Tirado, experta en crianza, ha querido compartir con niños, y adultos, una historia que se inventó hace muchos años con la que pretende que los pequeños tengan recursos para gestionar las separaciones e incluso la muerte. 

—¿Es un cuento que le contabas a tus hijas?

—Esto me lo inventé yo cuando mi hija mayor, que ahora tiene 11 años, tenía 3 años y empezó en infantil. No fue al cole los primeros tres años, la cuidé yo, y cuando empezó quería darle herramientas para que lo transitara mejor, para que no me echara tanto de menos, y le conté esta historia, que teníamos un hilo invisible que nos unía y que salía de los ombligos, y que para eso servía el ombligo una vez había nacido el bebé. Nos fue muy bien, lo llevó muy bien, y siempre he usado este recurso.

—Tan importante es el apego como gestionar el desapego para que nos les genere inseguridad ¿no?

—Exacto, a veces es difícil porque son muy pequeños, niños de 2-4 años, que su necesidad básica es estar muchas horas con mamá y papá, que son sus adultos de referencia. En el sistema que tenemos montado en occidente de trabajar tantas horas y estar separados de nuestros hijos, los niños no lo llevan bien, podrían estar un par de horas, pero no tantas. Muchos empiezan el cole a las 8.30 horas y no ven a sus padres hasta las 18 horas, es más de una jornada laboral para un niño a unas edades muy tempranas, es normal que lo lleven mal. Transitar esas separaciones, que para ellos son duras, no es fácil si no tenemos recursos que nos ayuden a sostenerles. Desde la magia, que es lo que ellos dominan, debemos usar recursos para que se puedan agarrar.

—No solo te refieres a separaciones puntuales, sino también a la muerte. ¿Se habla poco y mal de ella con los niños?

—Sí, yo creo que con los niños y con todo el mundo, sigue siendo un tema tabú, y es importante que lo deje de ser, que la normalicemos, porque es normal, todos vamos a morir. Normalizarla con los más pequeños les hará llevar estas separaciones de una mejor manera.

—¿Tienen suficientes herramientas?

—Los niños tienen algo muy positivo, y es que viven en el presente, el aquí y el ahora. Cuando un adulto pierde a un ser querido está todo el día echándole de menos, es muy duro porque vamos al pasado, a lo que compartimos, o al futuro, en lo que no hemos podido hacer, los planes por delante... Ellos son el espejo de cómo nosotros lo vivimos, y no lo hacemos bien, porque no se nos ha educado para transitarla de una forma asertiva y de aceptación. ¿Cómo no la vamos a aceptar si es lo único que tenemos seguro en esta vida? Nos tiene que servir para vivir una vida más plena. Además, ¿qué es la muerte? Podríamos divagar horas, si tenemos la percepción de que es como la nada, la desesperación es profunda, pero si podemos hacer como lo que cuento en el libro, que ayuda tanto a los niños que han perdido a alguien, porque me lo cuentan sus padres, de que esta persona sigue contigo porque estáis conectados... ¿Quién nos dice que la conexión tiene que ser solo desde el plano material donde nos vemos y nos tocamos? Hay gente que está a miles de kilómetros y se llaman a la vez, ¿cómo es posible? Porque la conexión va más allá del tiempo y el espacio, si podemos conectar con esto, que resulta un poco raro y etéreo de comprender, pero que creo que la mayoría de personas han notado esto en algún nivel en algún momento de sus vidas, tendremos una forma más liviana de transitar las separaciones.

—¿Comprenden mejor a través de los cuentos?

—Se sienten identificados, ven cosas o suceden cosas que les resuenan dentro, que eso también habla un poco también de ellos, desde esa empatía, y también con las imágenes, pueden ir comprendiendo. Esto es lo que yo intento hacer, dar herramientas a los padres y a los niños para que se entiendan mejor, para que puedan conectar con ellos mismos, con la raíz de sus miedos, de sus pérdidas... para decir: «Ah vale, esto que estoy sintiendo es normal, no es que yo tenga un problema». Cuando uno se comprende a sí mismo, luego puede hacer algo para estar mejor, pero si crees que eres rarísimo y que no le pasa a nadie más, aparece el bloqueo. Por eso los cuentos ayudan tanto.

—¿Crees que el hilo más especial es el que se tiene madre-hijo?

—Yo creo que sí, madre-hijo, padre-hijo, el que nos conecta de generación en generación, pero claro, seguramente no para todo el mundo porque cada persona tiene unas circunstancias distintas. No sé si el más importante, pero sí el que nos marca más, luego a lo largo de nuestra vida, puede haber alguno más importante que ese. Y la salud de este, si es un vínculo sano o inseguro.

—¿Qué es lo que más les preocupa a los padres sobre la crianza?

—Están muy preocupados, en general, sobre el comportamiento: rabietas, que no respeten los límites, el llanto... Lo que es importante es que nos demos cuenta que el comportamiento es un síntoma, y tenemos que conectar con la raíz de lo que nos está intentando contar el niño.

—Decías en una entrevista, que la pandemia nos ha hecho identificar problemas en la crianza.

—Nos ha hecho parar en seco, y uno cuando para ve lo que hay, a veces te gusta y a veces no, y si no te gusta es inevitable preguntarte por qué está pasando y reflexionar. Hemos pasado muchas horas juntos, entonces cosas que pasaban desapercibidas en el día a día, cuando pasamos 24 horas juntos, no pasan y se hacen más evidentes. Es algo positivo de la pandemia, nos ha obligado a ponernos manos a la obra con nosotros mismos, con nuestros hijos, familias, para poder estar mejor.

—¿Educamos de manera consciente?

—En general, no. Criamos todo, yo incluida, en muchos momentos del día a día de manera inconsciente, vamos con el automático puesto. Es normal, es lo más extendido, porque también es como nos han criado a nosotros, y tendemos a reproducir el patrón y porque es muy difícil criar conscientemente, requiere de mucha consciencia y de mucha presencia, y de mucha conexión con el ahora y el aquí, estar conectados con nosotros mismos y con nuestros hijos y la sociedad de hoy en día no ayuda a estar más en el centro.