Cartas de amor en cuarentena (III)

Mercedes Corbillón

FUGAS

GIOVANNI MONTENERO / REGIONE CRONA

22 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En mi correo anterior falta una tilde en un qué y su ausencia hace que sea difícil entender el sentido de la frase. Las cosas más nimias pueden cambiarlo todo, al final la vida pende de un hilo o de una coma, quizás más de lo segundo. El corrector me lo pone difícil a veces cambiando lo que quiero decir. La distancia tampoco ayuda mucho y la bruma de la soledad que me envuelve tampoco. Será que se me va la mano leyendo novelas tristes, o será que la realidad se acerca con el fin del confinamiento, que la he mantenido a raya durante veintitantos días y que ahora va tomando forma, como esos barcos que dejan de ser manchas en el horizonte para convertirse en presencias amenazantes en puertos diminutos. En Trieste los trasatlánticos daban sombra a los hoteles de lujo y evitaban la vista limpia sobre el mar. Me gustaría estar allí ahora, vivir una cuarentena aburridísima en una ciudad decadente y ventosa que hiciera juego con la intensa tristeza de este instante. En realidad la piedra de la iglesia de Salomé ya es un escenario suficientemente gris. ¿Te conté que ahí murió la madre de Rosalía? Al menos eso les decía cada tarde bajo mi ventana una guía turística a su rebaño, justo después de hablarles de la santa compaña y justo antes de cantarles Negra Sombra. Cada vez que la escuchaba me daban ganas de salir y gritar «que se mueran los feos y los que cantan sin ganas». Yo, puestos a morir en la calle prefiero hacerlo en un cine, como Boris Vian, y si se puede elegir, viendo una película en blanco y negro en una sesión matutina. El francés murió joven, sabiendo que solo había dos cosas importantes, el amor con mujeres hermosas y el jazz. Yo necesito una prórroga para encontrar las mías.

Tenías razón, me estoy poniendo mística. Y yo que creía que lo que hacía era volverme más prosaica, coger la realidad e intentar analizarla, pedirte ayuda para ponerle nombre a las cosas y poder almacenarlas en el sitio correcto. Pero no importa, a los dos nos gusta el arte. Seré tan abstracta como a ti te gusta.