Bertín Osborne: «Mi suegra tenía un póster mío colgado en su habitación»

FUGAS

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Bertín Osborne Llega a Vigo y a A Coruña para presentar «Yo debí enamorarme de tu madre». Y, precisamente, era la madre de su mujer, Fabiola, la que soñaba con él

08 mar 2019 . Actualizado a las 17:00 h.

Bertín Osborne (Madrid, 1954) atiende la llamada desde su finca de Sevilla. Con la espontaneidad que le caracteriza, se excusa por responder casi una hora después. Bertín regresa a Vigo el 16 de marzo y el 30 a A Coruña rodeado de mariachis con su último disco Yo debí enamorarme de tu madre. Con él hablamos de rancheras y también de suegras.

­-Bueno, siempre podré decir que Bertín Osborne me ha dado plantón...

-[Se ríe] ¿Sabes qué pasa? Que estoy en el campo en medio de la nada, con un tormentón impresionante y se me ha ido la luz dos veces. No sé si los repetidores de los móviles funcionan o no, pero creo que están chungos. Así que si se me corta ahora, no es que no quiera hablar contigo [bromea].

­-Vuelves a sacar un disco de rancheras y ya van seis...

-No iba a hacer un disco de rancheras. Lo iba a hacer con otro tipo de canciones, pero me convencieron porque se presentaron aquí los del Instituto Mexicano del Mariachi para pedirme que hiciera un disco de rancheras. Y que te vengan unos mexicanos -que además son músicos ilustres porque uno de ellos es Chucho Rincón que ha sido músico incluso de José Alfredo Jiménez-, que vinieran a pedirme que les hiciera un disco de rancheras me ha parecido precioso y luego el disco además es una auténtica maravilla, con lo cual suspendí todo el proyecto que estaba a punto de empezar, y comencé con el disco de rancheras que se está vendiendo muchísimo.

­-¿Alguna vez has pensado eso, que deberías haberte enamorado de la madre de tu novia?

-No, no, nunca. He conocido madres guapísimas, pero en mi caso, las hijas estaban mejor.

­-Pero tu suegra, era muy fan tuya...

-Pero vamos, no te puedo explicar... [se ríe]. Ella tenía un póster mío en su habitación y Fabiola creció viendo a un tío colgado en la pared, que después acabó siendo su marido. La verdad es que son casualidades de la vida. Venezuela es, junto con México, el país en el que más he trabajado en mi vida. Ahí la gente me conocía muchísimo y tenía mucha gente que me seguía, entre ellas mi suegra [se ríe, de nuevo].

­-¿Y cómo fue el encuentro? ¿Cómo la conociste?

-Se quedó muda, no habló en toda la cena. Y yo recuerdo que cuando terminamos y llevé a Fabiola a casa le dije: 'Oye a tu madre no le debo caer muy bien porque no me ha dado ni las buenas noches'. Y me dice: 'No, no, es que se ha quedado muda'.

­-Igual pensaba que debería ser ella la que tendría que enamorarse de su yerno...

-[Se le escapa una carcajada] Bueno la verdad es que estamos enamorados mutuamente. Mis suegros son fantásticos en todos los sentidos.

­-¿Cómo te trata el público en Galicia?

-Cuando voy a Luar, me lo paso de miedo con Gayoso. Luego, los conciertos son espectaculares. La gente nos trata con un cariño especial y lo disfruto no sabes cómo. Además, tengo muchísimos amigos y voy muy a menudo, incluso sin ir a cantar. Voy allí y llamo a Rober, el de Land Rober, cenamos juntos, y a Manuel, el que está en Luar, que parece que tiene el trabajo de Risto. Además, al margen de lo que dicen todos, de que se come fenomenal que sí que es verdad, me encanta la naturaleza de ahí. Uno de mis mejores amigos de la infancia es de A Coruña y me voy al pazo que tiene allí y es un sitio muy especial, porque es tan bonito con esos árboles inmensos. Eso a mí me impresiona. Y luego voy a alguna playa que me llevan algunos amigos en Vigo y salgo en barco con ellos y la verdad es que es muy bonito.

-Despiertas pasiones encontradas, ¿a qué crees que se debe?

-A toda esa gente que me pone a parir en las redes no les dedico ni cinco segundos. No es mi público, ni compran mis discos ni van a verme a los conciertos, con lo cual los tengo borrados de mi vida. Que ladren lo que quieran.