«Me niego a demonizar a Cristina Pedroche»

FUGAS

MARCOS MÍGUEZ

«Es obvio, pero hay que insistir: el feminismo no es lo contrario del machismo», subraya

08 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El machismo se mide a Monstruas y centauras. Sobre el 8M, sobre el #MeToo y el fallo de la Manada, con la moral de la desigualdad por diana, se aguza el ojo avizor, crítico e introspectivo de Marta Sanz (Madrid, 1967) y se arma este ensayo que va ya por la tercera edición. «No esperaba que la recepción fuera tan 'multitudinaria', entre comillas, porque dentro del mundo literario llamamos 'multitudinario' a cualquier cosa...», sonríe la autora que defiende el papel público de la palabra. Feminista, íntimo, social, político, irónico y con farándula, este texto que concilia a Rebecca Solnit con Beyoncé gravita sobre la realidad sin miedo a la duda, y ha traído de nuevo a Galicia a la autora de Clavícula. De la Clavícula se ha sacado Marta Sanz Monstruas y Centauras; en aquella está su semilla inteligente y monstruosa.

-El feminismo desata amores y odios. Y usted se atreve a compartir sus dudas.

-He querido ofrecer una mirada lo más honesta posible respecto a algo que a mí me plantea preguntas. Son dudas legítimas, imprescindibles para que el conocimiento siga avanzando, pero que no pueden paralizarnos a la hora de reivindicar que se corrijan las injusticias palpables. En el libro tiene peso lo económico, la brecha salarial...

-Y la brecha doméstica.

-Sí, claro. Es importante relacionar lo social y lo económico con lo doméstico y lo íntimo. El hecho de que a una mujer se le pague menos fuera de casa repercute a la hora de menospreciar su persona, su integridad física. Esta es una pescadilla que se muerde la cola. El desprecio en casa crea una costra en las mujeres que nos hace menos eficaces en la vida pública. Y esa desventaja en lo público va minando nuestra salud y bienestar, y nos hace vulnerables.

-¿Qué opina del «puritanismo sexual» que detecta Catherine Denueve?

-Esa ha sido la manera más ramplona de intentar desacreditar un movimiento que ni en sus orígenes ni hoy es puritano.

-Somos machistas todavía, lo llevamos dentro, ese lenguaje nos ha nutrido.

-Sí, yo aspiro a ser feminista y no dejo de decir lo obvio: el feminismo no es lo contrario del machismo. El machismo es una enfermedad social; el feminismo, un discurso corrector que pretende que nuestras diferencias no sean desventajas. Como feminista, hago autocrítica y me reconozco machista en comportamientos cotidianos.

-¿Prohibimos «Lolita» de Nabokov?

-En absoluto. Bajo ningún concepto. Enseñar a leer implica no prohibir. Hay que educar, construir una conciencia crítica que nos permita afrontar cada texto literario en su contexto. Así no seremos una sociedad puritana, fanática y visceral, tres de las marcas que definen la deriva de los tiempos. Confundimos el conocimiento con la opinión, y eso lleva a construir sociedades menos democráticas y más demagógicas.

-¿Cristina Pedroche puede ser considerada un símbolo feminista?

-El cuerpo femenino es un ring, también para la duda. Lo que no debemos es considerar a Cristina Pedroche un símbolo contrafeminista. De la cosificación del cuerpo a ser un juguete roto hay un paso muy pequeño, pero yo me niego a demonizar a una mujer que se sienta propietaria de su cuerpo y haga con él lo que quiere. Solo que deberíamos ser conscientes de de dónde vienen nuestros deseos, que muchas veces responden solo a una expectativa masculina, a un canon decidido por hombres.

«MONSTRUAS Y CENTAURAS»

AUTORA

Marta Sanz

 EDITORIAL ANAgrama PÁGINAS 130 PRECIO 8,90 euros