Naíma Acuña, el ritmo gallego de Immaculate Fools

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Su nombre está más que consolidado en el mundo del jazz. Los músicos consagrados la quieren en sus formaciones, pero ella no se cierra a ningún estilo. Este fin de semana llega a Galicia a los mandos de la batería de Immaculate Fools

08 feb 2018 . Actualizado a las 17:41 h.

Como buena profesional de la música, Naíma Acuña (Londres, 1988) valora mucho los silencios. Al hablar parece que va levantando sus baquetas. Se piensa las respuestas, sobre todo para intentar centrarse en qué día vive y en qué lugar se subirá al próximo escenario. «No me puedo quejar. Estoy viajando constantemente y este 2018 se presenta muy completo».

Su faceta más conocida es la de batería de jazz. Y aunque es una de las intérpretes con más talento de nuestro país en ese estilo, su mundo musical es mucho más amplio. «Encerrarme en una sola cosa no me gusta. No soy ‘profesional de’. Me gusta la música y punto». Su carrera así lo reconoce. No solo la requieren desde ambientes jazzísticos. «He tocado hasta soul. Ahora estoy girando con Immaculate Fools. Y es una nueva aventura, es pop rock». Precisamente con los británicos pisará pronto los escenarios de Galicia. «¡Por fin!», exclama. El 10 de febrero desplegarán toda su potencia en Vigo, en la sala Masterclub. El 10 de marzo será el turno del Playa Club, en A Coruña. «Con ellos me siento en casa. Está Paco Charlín, que es uno de los mejores contrabajistas de jazz. Además, Kevin Weatherill -el líder de la banda- es un amor». Hace solo unos días se enteraba de que este año tocará también en Luxemburgo y Los Ángeles. Lo hará con una formación en la que compartirá notas con Mark Turner, uno de los grandes saxofonistas de su generación. Y todo esto aderezado con que Naíma también tiene su propia formación de jazz. «A veces cambio de estilo en horas. Y de escenarios enormes a salas mucho más íntimas».

Aunque Naíma nació en Londres, ella se considera coruñesa. Creció en uno de esos hogares en los que la música es el pan de cada día. Su padre es José Antonio Acuña, director de la Escuela Municipal de Música. Un hombre de jazz. «Mi primera elección fue el piano. Mi padre daba clase y me gustaba. Sigue siendo mi segundo instrumento. Me da referencias para componer y nunca lo he dejado. Realmente la batería llegó por una sustitución que hice de un compañero», explica riendo. Una transición natural para una mujer con nombre de música. Se lo pusieron por un tema de John Coltrane. Nada extraño teniendo en cuenta que siendo un bebé escuchó a Miles Davis en directo. Después se convirtió en esa adolescente que cogía aviones el fin de semana para formarse en el Guildhall School of Music and Drama de Londres y en el Conservatorio de Música de A Coruña.

A pesar de su juventud, Naíma no vive en la nube. «Mi tiempo en casa es para componer, estudiar y seguir trabajando». No se deja llevar por los cantos de sirena de la parte dulce de los artistas. Es más, sabe que es conocida como baterista de jazz, estilo que no se cansa de reivindicar. «Ahora hay más interesados. Más gente de mi generación que lo escucha. Antes parecía exclusivo. Ahora la gente viaja más y se engancha. El jazz no debería estar tan lejos de nuestra vida. En España es difícil llegar a este nivel. No se apuesta lo suficiente por la gente joven y hay músicos increíbles que acaban de venir de Nueva York y aquí nada. Les valoran más fuera».

A Naíma la avalan algunos de los músicos más importantes del panorama. Músicos en masculino. Pero a pesar de su juventud, ha tenido que enfrentarse a comentarios que poco tienen que ver con ritmos y armonías. «La cosa está cambiando, pero hay gente que se sigue sorprendiendo e incluso me rechaza: ¿pero esta chica toca? Las bateristas seguimos siendo pocas». Todo esto lo dice con una tranquilidad pasmosa. Una mujer que tuvo que sufrir cómo en una jam sesión, al coger las baquetas, varios músicos hombres se bajaron del escenario.