Las desmemorias de un dibujante

FUGAS

12 may 2017 . Actualizado a las 05:40 h.

Hace ocho años se inauguró en el Museo das Peregrinacións de Santiago una interesantísima exposición llamada Alfredo debuxa o camiño. En ella, este veterano dibujante asturiano nacido en 1933 mostraba una colección de cerca de 100 dibujos originales en los que reflejaba, a modo de diario gráfico, su recorrido por las etapas del Camino Francés hasta llegar a Compostela. El catálogo de la muestra, una auténtica joya editorial, dejó constancia del enorme talento de un artista que, a sus 84 años, sigue asombrando con su dominio del dibujo en una exposición inaugurada hace unos días en el Museo de la ilustración de Madrid que lleva por título La ventana de atrás. Desmemorias de un dibujante. Comisariada por Mauricio D´Ors, la muestra es una suerte de memorias ilustradas en las que Alfredo recorre a través de cerca de 200 dibujos lo que ha sido su vida desde su infancia en la aldea asturiana de Agüeria, su paso por el seminario, hasta su dedicación plena a la ilustración profesional.

En la actualidad Alfredo es, seguramente, uno de los mejores dibujantes de España. No le siguen miles de personas en las redes sociales, no tiene página web y, posiblemente, su obra no es la más destacada ni reseñada en los medios, pero su maestría es indiscutiblemente reconocida por los ilustradores profesionales actuales. Cuando uno contempla sus obras enseguida se da cuenta de que pertenece a esa tradición de artistas como Hogarth, Rembrandt, Ben Shahn, Daumier, Matisse, o actualmente Hockney, todos ellos interesados en dominar el arte del dibujo, disciplina que parece haber sido relegada en las tendencias artísticas actuales. Un dibujo elegante, sintético y expresivo al que solo se puede llegar con un talento especial y después de muchos años de estudio.

Alfredo ha tenido una carrera profesional larguísima en la que ha hecho de todo: ilustrar libros, ejercer de cronista gráfico-periodístico, colaborar en los principales diarios españoles, trabajar en agencias de publicidad y viajar, sobre todo viajar. Porque una de las cosas que definen a este artista de inabarcable trayectoria es su dedicación a dibujar los lugares que ha visitado. Armado con su inseparable sombrero, una silla plegable y un puñado de lápices, ha recorrido el mundo. Una fascinación por las ciudades que comenzó en Oviedo y que siguió por Barcelona, Pamplona, Santander, Nueva York, Caracas, Moscú, México y Madrid, de la que se podría decir que ha sido su cronista gráfico. «Adoro dibujar ciudades porque soy de pueblo», dice siempre. Y  de todos esos viajes, Alfredo siempre vuelve «con la sensación de haberle hurtado algo al paisaje».