El ciclo SON Estrella Galicia trae a una de las bandas más emblemáticas del pop indie nacional. Tras revisar su carrera, viven un momento especialmente dulce. Actúan hoy, a las 22.30 horas, en la Sala Capitol de Santiago
25 nov 2016 . Actualizado a las 09:50 h.Dorian actuaron por primera vez en Galicia dentro del Santirock del 2003. Entonces eran una pequeña banda con apenas un epé, deslumbrada por los grandes nombres del cartel. Ahora, convertidos en una referencia, ejercen de nombre básico de los festivales en España. Todo se ha multiplicado con su último disco, Diez años y un día. “Nos ha sorprendido hasta a nosotros mismos”, confiesa Marc Gili, su vocalista.
-Antes les llamaban grupo indie. Ahora, hispter. ¿Es la evidencia del cambio generacional en su público?
-La escena independiente ha sufrido un cambio bestial. Hace 15 años tener un grupo indie en España era la cosa más precaria del mundo. Gracias al éxito de un puñado de grupos en los últimos años se ha profesionalizado bastante. Dorian tienen la suerte de estar dentro de ese pelotón. ¿Antes le llamaban indie y ahora hispter? Es una cuestión de léxico. El indie respondía a una filosofía casi de vida y lo que ahora llaman hispter se parece cada vez más a una campaña del H&M. Hay una dislocación del término. Pero lo importante no es eso. Lo importante es que hay chicos que van a los festivales a conocer música y a disfrutar de ella.
-Ese pelotón rivaliza con Leiva o La Oreja de Van Gogh ¿No era el sueño al que se aspiraba en los 90?
-Era impensable. Se ha manoseado mucho la palabra indie y, algo muy español, cuando funcionó se le echó barro. Pero ahora somos uno de los países con más festivales de Europa y hay unos discos que nos puede hacer pensar que estamos ante la mejor generación de bandas desde la Movida.
-¿Recuerdas cuando le dijiste a Marc de Sidonie que ibas a montar un grupo y vivir de él?
-Sí, nos conocimos cuando empezábamos con nuestros grupos. Trabajábamos haciendo encuestas por teléfono, en un trabajo precario por un sueldo lamentable. Él me decía que iba a abrir con el suyo. Y yo le contesté que lo iba a dar todo con el mío para tener una bonita carrera. Para mí era tener un público y ganarme la vida con mi música. Pero ni en nuestros sueños más ambiciosos pensábamos que íbamos a poner a 20.000 personas a botar en festivales, llenar dos días seguidos la Riviera o llenar ahora la Capitol.
-¿Continúan siendo sus conciertos una gran fiesta de cumpleaños como decían cuando empezaban?
-Claro. La gente que viene a un concierto siente que la están acogiendo como si fuera el invitado a una gran fiesta. Queremos borrar esa especie de barrera invisible entre el escenario y la platea desde la primera canción. Lo estamos consiguiendo incluso en las salas más grandes.
-¿Por qué caló “A cualquier otra parte” en la gente de esa manera?
-Esa canción se nos escapó de las manos. Creo que una de las claves es que la letra toca unas teclas a la que muchos somos sensibles, como el problema de la vivienda o la falta de ubicación en el mundo. Luego, está una producción muy singular, con una combinación de new wave y electrónica bastante interesante. Y una melodía muy pegadiza. Todo con ese 1% que no sabes qué es, pero que hace que la gente convierta las canciones en enormes bolas de nieve.