«Esto es lo que soy y la gente por fin lo acepta»

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Xoel López es hoy, por muchos motivos, un tipo feliz. Hasta el punto de que asegura estar en el mejor momento de su vida

03 sep 2016 . Actualizado a las 17:42 h.

No hace falta que diga que está en el mejor momento de su vida, que lo dice. A Xoel López se le nota. Se le nota en el escenario, en la conversación y, según confiesa, en aquellos otros momentos cotidianos que solo a él le atañen. Son unos cuantos los factores que han propiciado este estado de placidez del músico coruñés. Entre ellos, la excepcional acogida de su disco Paramales y de la gira que emprendió hace año y medio. Una gira a la que quedan cuatro conciertos. El de la próxima semana en Santiago, junto a Anne Etchegoyen. Y tres de despedida en A Coruña, Madrid y Barcelona, el 21, 27 y 29 de octubre.

-Llegó el momento de hacer balance. ¿Qué le ha dado «Paramales»?

-Me ha dado poder seguir cumpliendo mi sueño, que es vivir de la música y desarrollarme como creador. Ya solo con eso me doy con un canto en los dientes. Pero además ha consolidado el proyecto Xoel López, que es un proyecto muy libre y no demasiado fácil.

-¿Ha sido el disco que más le ha cambiado la vida?

-No sé si eso podría analizarlo por discos. Creo que en llegar hasta aquí ha influido toda mi trayectoria. Lo que sí ha sido Paramales es el disco que me ha situado más cerca de lo que yo consideraba como mi lugar ideal. Quizá por eso me atrevo a decir que este es el mejor momento de mi carrera.

-¿Qué ha cambiado en Xoel más allá de lo artístico?

-Siento que no malgasto energías, que le saco más partido a lo que tengo. Hago los conciertos que creo que son necesarios y suficientes y dedico tiempo en casa a escuchar música, tocar instrumentos, leer poesía y para vivir la parte más bonita de mi trabajo, que es la de vivir de esa de forma poética y escribir canciones. Porque a veces, si te despistas, puedes acabar haciendo trabajos que no te gustan. Y eso es algo que ahora manejo mucho mejor que hace unos años.

-«Paramales» era un disco tan ecléctico que parecía el primer disco de un artista.

-Es que yo soy una persona muy ecléctica. Bebo de muchas fuentes y eso supongo que acaba incorporándose a mí música. Además, las cosas suceden en función de los movimientos anteriores. Atlántico era un disco muy homogéneo así que el siguiente me apetecía que fuese más variado.

-¿Tiene entonces idea de por dónde irá el próximo?

-No del todo. A lo mejor hago un disco íntimo, con menos instrumentos. De momento no he tenido más que una reunión con Ángel Luján, que fue el productor de Paramales, en la que le enseñé siete canciones. Se puede decir que ha sido el primer paso del nuevo disco. Pero de esto a lo que termine siendo... Las canciones aún están demasiado desnudas como para saber como van a crecer.

-Me decía Julián Hernández la semana pasada que el disco como concepto está caduco. ¿Está de acuerdo?

-No lo sé. Yo creo que saco discos porque cuando he intentado hacer otra cosa no me funcionó. En el 2008 pensé que era el momento de apostar por las canciones sin más y me propuse sacar un single por mes. Tuve escaso éxito. Me daban bola los medios pero el público ni puto caso. Así que finalmente me vi obligado a recopilarlas en un disco, que fue Reconstrucción, el último de Deluxe. Hoy entiendo el concepto de disco como el de una exposición. No hay otra coherencia más allá del hecho de que estén hechas en la misma etapa. Pero sacar discos me parece, hoy por hoy, la única alternativa real para llegar a la gente.

-Hasta no hace mucho decía que lo de los fans desencantados tras cada uno de sus discos era un clásico de su carrera. ¿«Paramales» acabó con ese desencanto?

-Sí, es la primera vez que no tengo esa sensación. Lo sentí con Atlántico respecto a Deluxe, con el Deluxe último respecto al de la mitad, con el Deluxe en castellano respecto al de inglés. Y de Deluxe a Elephant Band, también. Y es cierto que con Paramales no. Parece que esto ya es lo que soy. Y el público que tengo hoy entiende eso, lo acepta y le gusta. En cualquier caso, siempre he entendido que uno no debe depender de su público para seguir creando y evolucionando.

-¿En algún momento ha tenido la tentación de mirar para atrás más que hacia adelante?

-No, trato siempre de mirar hacia adelante, de dar un paso más allá y de explorar algún camino que no haya recorrido. No me considero una persona nostálgica, aunque me siento en armonía con mi pasado. Creo que es una parte fundamental de lo que soy ahora.

-¿Fue sensación mía o estaba especialmente feliz en el Atlantic Fest tocando a las cuatro y media de la tarde?

-Desde luego lo viví con alegría. Fue precioso ver familias con niños y sentir que la música no es necesariamente algo asociado a la noche, como lleva siendo toda mi vida. Si me preguntas cual es la hora ideal para tocar...

-Se lo pregunto, se lo pregunto.

-Voy a ser muy gallego. Ni una ni otra. Sería entre lusco y fusco. Un concierto de dos horas que empezase a las nueve y terminase a las once.

-¿Hasta que punto le está influyendo la paternidad a la hora de componer?

-En la esencia de las nuevas canciones, aunque no quieras, aparece. Incluso explícitamente. Tengo una nana que le canto a mi hijo que es probable que forme parte del nuevo disco. Pero además influye en mi perspectiva de lo que es la vida. Tengo una visión de la vida que antes no tenía. Más amplia y más abierta. Y eso tiene que estar en mi música.

-Como dijo en una ocasión, «no voy a ser un Calamaro de la vida».

-(Se ríe). Con todos mis respetos a Calamaro, que ha hecho cosas increíbles y el hecho de que siga ahí ya es digno de admiración. Lo dije porque lo vi en alguna entrevista un poco desfasado. Lo vi con los pies despegados de la tierra. Y yo siento que mi objetivo es, precisamente, todo lo contrario.

-Este año se nos han ido Bowie, Prince, Lemmy (Motörhead), Javier Krahe, Juan Gabriel... ¿A cual de ellos llora más?

-A Krahe y a Bowie. A los dos días de morir Bowie yo tocaba en Madrid y acabamos el concierto poniendo una canción suya. Era un homenaje a toda esa gente que me ha hecho vivir y celebrar la música.

-Decían sus compañeros radiofónicos de El Mundo Today que «todos los músicos indies ya se han acostado entre ellos».

-(Se ríe) Sí que hay algo bastante endogámico ahí. Yo procuro, y creo que lo consigo, estar bastante abierto a todas las escenas. Yo me siento parte de la música en términos más amplios.

-¿Qué le parece la proliferación de festivales que están aflorando en Galicia?

-Creo que la realidad está un poco sobredimensionada. Parece más de lo que es. Creo que la gente se sorprendería si supiera que muchos de los grupos que están en esos festivales no viven de la música. Me parece positivo en el sentido de que cuantos más festivales haya, mejor. Pero habría que plantearse si es algo sólido, que realmente está generando una infraestructura real como para que muchos grupos puedan vivir de esto.

-¿Qué es lo que hoy más le apasiona?

-Escuchar mucha música. Ahora estoy enganchado a las propuestas que me hace Spotify en función de lo que escucho. Me tiene impresionado. Es como si pinchases para ti mismo pero sin saber lo que va a sonar. Y estoy descubriendo muchas cosas.

-¿Y qué le irrita?

-(Silencio) Qué difícil hacer una crítica de lo que nos rodea sin quedar de sobrado. Creo que la injusticia social, los desfases que hay entre la gente que vivimos tan bien y quienes viven tan mal. No me cabe en la cabeza por que tiene que estar muriendo gente cada día en un montón de sitios. Ni como pueden seguir siendo elegidos aquellos a quienes parece que eso menos les importa.