El béisbol como motor hacia el empleo

míriam vázquez fraga VIGO / LA VOZ

FIRMAS

Oscar Vazquez

Consiguió su puesto a través de la presidenta de su club y dueña del negocio donde trabaja

05 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

A Juan Rodríguez (Venezuela, 1966) el béisbol, asegura, le ha dado mucho en su vida. Multitud de alegrías, algunos sinsabores en forma de derrotas e incluso el empleo que actualmente, y desde hace casi tres años, compagina con su deporte «El autolavado Buga Buga, donde estoy empleado, es propiedad de Maribel Villar, presidenta de mi equipo. De no ser por el béisbol, no cabe duda de que nunca la hubiera conocido y no estaría trabajando aquí», destaca.

Rodríguez, de ascendencia gallega, es jugador y técnico del conjunto sénior de los Halcones de Vigo. Por si fuera poco, entrena a alevines, infantiles y cadetes y colabora en la preparación del conjunto femenino de sóftbol que el club puso en marcha hace unos meses -«era su mánager también, pero tuve que dejarlo por falta de tiempo», confiesa-. El inicio de su idilio con el béisbol se remonta a cuando tenía seis años, en su país natal. «Allí, los niños en la calle hacen una pelota con lo que sea y batean con un palo de escoba. Como aquí cuando dan patadas a una lata para jugar al fútbol», compara.

Tiempo después de llegar a España -lleva once años- supo por un compatriota que existían los Halcones y no se lo pensó. «Me sorprendió cuando me lo comentó, porque aquí es muy minoritario. Quise meterle el gusanillo a mi hijo, que ahora va a cumplir trece años y es de los mejores del equipo. Pero no me bastó con que él jugara, poco a poco me fui enganchando de nuevo», admite. Desde entonces han transcurrido siete años.

Ha compatibilizado la práctica del béisbol con otros empleos a lo largo de su vida. Pero estaba acostumbrado a ser su propio jefe, por eso cree que es ahora cuando más complejo le está resultando. «También influye la edad, ¡que ya son casi 50 años! (risas). Me levanto muy temprano, a las 6.15, trabajo toda la mañana y los días que hay entrenamiento me permiten salir antes por la tarde para poder llegar. Tengo la suerte de que exista ese vínculo entre la empresa y los Halcones, porque si no sería imposible».

Los fines de semana, además, están reservados para el equipo. «Yo viajé mucho con el béisbol, pero aquí no es ir en avión. Tenemos que alquilar una furgoneta para economizar, porque no hay dinero», subraya. Con ella se turnan varios integrantes como chóferes para viajar hasta Madrid, Córdoba, Murcia, Sevilla... «Son muchos kilómetros y llegas un lunes de madrugada para tener que trabajar al día siguiente. Me planteo dejarlo, pero al final siempre vas tirando un poco más».

Durante su jornada laboral realiza labores variadas relacionadas con la puesta a punto de los vehículos: «Se montan neumáticos, llantas, se repara caucho, tapicería... Y, sobre todo, está el lavado de coches. Es un trabajo duro, porque a veces tienes diez esperando y no hay descanso», relata. Se trata de cosas que también le gusta hacer en su tiempo libre. «Una de mis aficiones es lavar mi coche, así que eso es una garantía (risas). Pero es otra cosa, claro. Puedo tardar dos horas y media y en el negocio, como mucho, tengo 40 minutos».

Su secreto para poder con todo lo tiene claro. «Lo que me propongo, lo hago. Nunca veo nada difícil a priori, siempre trato de encaminarme hacia lo que tengo que conseguir, ya sea en el trabajo o en el béisbol». Sus ganas inagotables son otra de las claves para que pueda sacar adelante sus compromisos profesionales y deportivos. «Lo importante es querer, como en todo. Para mí es béisbol es una pasión. No sé cuánto tiempo voy a seguir jugando y entrenando, pero después será como aquí la gente que aunque no practique el fútbol, no puede pasar sin ir al estadio o seguir los partidos por la tele».