«Hemos olvidado que este es un espectáculo que mueve emociones»

Rodri García A CORUÑA / LA CORUÑA

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CESAR QUIAN

Acaba de hacer «La Traviata» en China y actuará con Plácido Domingo

04 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La presencia de Celso Albelo en A Coruña va camino de convertirse en un clásico, casi tanto como La Traviata que protagonizará hoy y este sábado en el Palacio de la Ópera (las entradas llevan tiempo agotas). «Pues sí, me repito mucho, pero siempre es un placer volver. Mi desarrollo artístico siempre ha está ligado a A Coruña y me debo a la ciudad cada vez que me pidan venir», asegura.

-¿Qué grado de dificultad tiene su papel en «La Traviata»?

-Estoy acostumbrado a hacer papeles ligeramente diferentes, donde el tenor tiene un protagonismo de primer orden. De entrada es La Traviata, entonces la ópera es ella, la soprano. La trama fundamental discurre entre la soprano y el padre, y el tenor sirve de soporte entre ambos. Si lo haces muy bien los otros personajes salen a florecer y si lo haces muy mal los otros florecen, cada uno por su cuenta, pero se nota demasiado. La dificultad está en mantener una línea que no siempre es sencillo.

-¿Ya había hecho esta ópera?

-Dos funciones: una en China, durante esta última temporada, y ahora esta en A Coruña.

-¿Triunfará la ópera en China?

-Como sucedió hace muchísimos años con Japón, ahora en China están descubriendo muchas cosas y eso se nota. Es un público que está por madurar, que quieren aprender: lo absorben todo como esponjas y les gusta cualquier manifestación artística.

-¿Cómo tiene la agenda?

-Después de A Coruña, al día siguiente, estaré en el Máximo de Palermo. Luego, Viena, Berlín, Valencia, con otro de los grandes mitos vivientes, con Plácido Domingo, y de allí a Montercarlo con el Arnold, de Guillermo Tell.

-Aquí está con otro mito como es Leo Nucci.

-Sí es el mito con M mayúscula. He tenido la fortuna no solo de conocerlo como cantante y compartir escenario con él, sino conocerlo como persona. Es un ejemplo a seguir.

-Nucci le ayudó en sus inicios.

-Me escuchó un concierto en la Academia, que organizada Carlo Bertoni, recientemente fallecido y que fue mi maestro. Leo Nucci era el invitado de honor. Cuando me escuchó se acercó a mí y, en perfecto español, me preguntó quién era mi agente; le dije que no tenía y a la semana me llamó su agente y hasta ahora.

-¿Hacen falta esas coincidencias para triunfar?

-Hay un dicho que dice: Para cantar necesitas un montón de cosas y un poquito de voz. Está claro que la fortuna hay que conducirla, estudiar, prepararte... He tenido la fortuna de encontrarme en el camino a una persona como Leo Nucci que me facilitó ciertas cosas.

-Y eso después de empezar a cantar en una tuna.

-Sí, yo estudié Historia del Arte y tocaba en la tuna. Me apunté a clases de música como un hobby que se convirtió en una pasión. Me hice una pregunta muy clara: no quiero que pasen los años y me siga preguntando qué habría pasado si intentara salir de las islas, por que vencer la insularidad no es sencillo. Así que me lancé.

-¿Cree que hay que sacarle corsés a la ópera?

-Nos hemos olvidado que es un espectáculo total que mueve emociones. Ya bastantes limitaciones tenemos en la vida como para ponerle más: la gente debe ser espontánea y no por eso dejamos de ser mas o menos cultos. Las emociones no están reñidas con la cultura, con la preparación de un público. Aparte de que nadie puede tener la varita mágica de decir esto es más culto esto no es... Son emociones entorno a la música. Es como cuando ves un cuadro y te pones a llorar: podrías decir que es solo pintura, pero son las emociones. No más corsés, no más cortapisas en la ópera. Me cansa cuando la gente se pasa de snob y manda callar a otra gente porque aplaude, pues no...

-¿Se agradecen esos aplausos, aunque para algunos sean a destiempo?

-Yo lo agradezco mucho, pero Leo Nucci y todas las personas con las que he hablado están de acuerdo con esto: si se emocionan, aplauden.