Mejor le hubiera ido a Santiago en los últimos tres años si atendiese a los rumores que circulaban meses antes de las municipales del 2011. Eran cotilleos baratos en torno a la calamitosa vida personal y profesional de Gerardo Conde Roa fuera de la esfera política. Se comentaba en los bares. Era tema de conversación en los taxis. Y todo llegó a oídos de la cúpula del PPdeG, que prefirió mirar hacia otro lado y darle la oportunidad de luchar por la alcaldía de la capital de Galicia. La oposición local conocía al detalle los bulos, y los dejó crecer creyendo que serían suficientes para doblegar al abogado y promotor inmobiliario.
Pero los compostelanos quisieron despejar su curiosidad y se embarcaron en una aventura de alto precio para el prestigio de la ciudad. Nada de lo que ahora ocurre, ni de lo que pasó en los últimos meses, ni de lo que está por llegar puede entenderse sin los trescientos días escasos de su mandato, en los que la realidad superó al cotilleo.